El ahora presidente de la Cámara de Diputados le puso límites a la expansión del Frente Progresista, aunque se mostró abierto al regreso de dirigentes como Mario Barletta. También hubo conversaciones con Rubén Giustiniani
El ahora presidente de la Cámara de Diputados, Pablo Farías, visitó la redacción de UNO Santa Fe el jueves por la mañana, horas antes de ser elegido por sus pares para ocupar el sillón que quedó vacío tras la muerte de Miguel Lifschitz. El diputado socialista, que fue el ministro de Gobierno del exgobernador y que fue ministro de Desarrollo Social de Hermes Binner, habló sobre la figura de Lifschitz y cómo su ausencia impacta en el Partido Socialista, en el Frente Progresista y replantea el escenario político santafesino.
—Farías, ¿cómo se vivieron los últimos días con la internación de Lifschitz y luego el fallecimiento del exgobernador?
—Realmente fue un golpe durísimo. Desde lo personal fue una pérdida muy grande y nos deja un vacío inmenso. Pero también creo que ese vacío queda para toda la provincia, para toda la política santafesina. Miguel era mucho más que un dirigente de un espacio político, era una persona que concertaba en sí muchas expectativas. Cuando uno recorría la provincia con él uno sentía que la gente, más allá de su identificación política, veía en él a alguien que podía concretar cosas, que podía llevar adelante proyectos, que podía volver a ser gobernador. Todo eso se ha perdido. fue todo muy rápido, víctima de esta pandemia que tanto nos está castigando. Esto cambia muchísimo la situación política de la provincia.
—Hablaba del impacto político que esto tiene, ¿cómo se vive al interior del Partido Socialista?
—Con dolor obviamente. Produjo un shock muy fuerte en todos los militantes y dirigentes del partido y ahora se abre un período de necesidad de construcción nueva, distinta porque Lifschitz fue un gran referente, un gran constructor y fundamentalmente un gran líder. Es muy difícil de sustituir porque era un distinto, una de esas personas que hace las cosas de una manera que es difícil que se reproduzca en otro dirigente. Pero la fuerza política va a seguir adelante fundamentalmente honrando el legado de Miguel que significa estar a la altura de las circunstancias. Eso es un gran desafío. inmenso desafío.
—¿El Frente Progresista corre riesgos?¿Cómo impacta la muerte de Lifschitz en los socios del socialismo como la UCR?
—Es probable que haya cambios, que haya movimientos. Nosotros vamos a hacer los mayores esfuerzos por preservar al Frente Progresista en las candidaturas locales y en todo el territorio provincial. Ese era el trabajo que estaba haciendo Miguel, que incluso estaba analizando fuertemente la posibilidad de ser candidato justamente para poder garantizar que el Frente se consolidara y no se desperdigara en una elección que seguramente va a estar muy cruzada por la grieta y los enfrentamientos nacionales. Esa es la tarea que tenemos por delante y con mucha dificultad porque no está ese dirigente que inclina la balanza para un lado o para el otro según el lugar donde se ponía y si era Miguel el Candidato eso significaba una fortaleza muy importante en nuestra fuerza política que hoy va a costar conservar. Pero seguramente en el camino vamos a encontrar muchos dirigentes de las distintas fuerzas que integran hoy el Frente Progresista que van a estar de acuerdo por apostar a la construcción local.
—Lo preguntaba porque después de que el Frente Progresista perdió la gobernación, gran parte del radicalismo empezó a insistir con la necesidad de ampliar el Frente incorporando al PRO. Miguel Lifschitz había dicho públicamente que no. ¿El Partido Socialista tiene espalda para seguir sosteniendo esa posición?
—Nosotros vamos a insistir con el criterio que venimos planteando hace más de un año. Nos parece correcto y necesario ampliar el Frente; siempre lo fue porque un frente político tiene que ser dinámico y tiene que estar buscando crecer en su representación política. Esto no quiere decir que hagamos una alianza directa con el PRO y eso nos incluya en la alternativa de Cambiemos o Juntos por el Cambio. Al contrario, nosotros siempre vamos a priorizar un frente local con identidad local, con la experiencia que se ha construido en la provincia de Santa Fe, con referentes locales, con intendentes y presidentes de comuna que vienen desarrollando su tarea política en diferentes localidades. Creemos que ese espacio tiene vigencia. Cuando hablamos de ampliar el Frente, hablamos de incluir a referentes locales independientemente de que hayan estado en otra fuerza política, pero no nos planteamos una alianza que nos lleve a ser parte de esta grieta que es tan negativa para el país.
—¿Los momentos de crisis pueden ayudar a sanar viejas heridas? ¿Dirigentes como Rubén Giustiniani pueden volver al Frente Progresista?
—Venimos conversando con Rubén Giustiniani. Ese fue un diálogo que fundamentalmente había iniciado el propio Lifschitz, que tenía una larga y muy buena relación con Giustiniani, dirigente que estuvo mucho tiempo en el Partido Socialista. Dependerá también de sus expectativas y de cómo visualice la escena política de aquí en adelante. Sería muy importante que dirigentes de este perfil y de esta importancia vuelvan a estar en el partido o en el Frente Progresista. Tenemos que recuperar esa performance electoral que se perdió en la última elección.
Pablo Farías, luego de la muerte de Miguel Lifschitz, fue elegido por sus pares como presidente de la Cámara de Diputados.
—Tanto ustedes como el radicalismo hablan de la necesidad de recuperar la performance electoral, pero la pregunta es: ¿hacia dónde hay que ir a buscar esa recuperación electoral?
—Sí, claramente nosotros no tenemos inconvenientes en que referentes radicales, que de hecho han estado y fueron parte de la fundación y del desarrollo del Frente Progresista, más allá que en algún momento hayan estado (en Cambiemos).
—¿Estamos hablando de Mario Barletta o de José Corral?
—Con Barletta hay más diálogo que con Corral, hay más cercanía. Obviamente esto va a depender de cómo se den los acontecimientos en las próximas semanas. El diálogo va a seguir y lo que nos interesa es que el Frente Progresista recupere esa fortaleza que tuvo y que sabemos que puede tener para seguir representando una alternativa válida para toda la provincia.
—Esto que usted me está diciendo, ¿es pensando en 2023 o en 2021? ¿Quiénes son los hombres que el socialismo está pensando que pueden, no llenar el espacio que dejó Lifschitz, pero sí ser candidatos?
—Realmente es muy pronto para estar pensando en eso. La verdad que hace muy pocos días perdimos a Miguel y es difícil saberlo. Primero que es difícil reemplazarlo en su rol, en su capacidad de atraer votos. Después recurriremos a las figuras que tenemos con mayor trascendencia en el partido. Yo no quiero tirar nombres porque previo nosotros tenemos que tener un debate interno y antes de empezar a largar nombres esas personas tienen que estar dispuestas a cumplir ese rol y hablarlo y ver cómo se encararía. En eso todavía es prematuro. También me parece prematuro concebir cómo se va a terminar definiéndose el mapa político del Frente Progresista para las próximas elecciones. Vamos a pugnar para que exista y cada vez más fuerte en cada una de las localidades de la provincia, pero seguramente vamos a tener tensiones de distintas fuerzas.
—Se imagina eso en lo local, ¿qué va a pasar en lo nacional?
—Lo nacional es más complejo porque no aparece una alternativa intermedia de una tercera fuerza que siempre quisimos construir con el FAP (Frente Amplio Progresista), desde Binner en adelante, que Miguel venía desarrollando vínculos con distintos referentes como el que tiene desde hace tiempo con Roberto Lavagna y con otros dirigentes nacionales de esa importancia y de esa talla con la idea de fortalecer ese espacio que falta en el país. Está claro que hoy la respuesta política que ofrecen cualquiera de los dos lados de la grieta o como quie
ra llamarse a los dos lados del bipolarismo que existe de alguna manera en la política, no está dando las respuestas suficientes a la sociedad. Venimos de crisis en crisis y no solo económicas, sino también políticas y de valores. Vemos azorados muchas veces cómo se utiliza el Poder Judicial y los estrados judiciales para dirimir conflictos políticos. La Argentina tiene que salir de ese esquema. Ahora, para eso tiene que crecer y desarrollarse una opción que todavía es embrionaria. Nosotros vamos a apostar a eso. Ojalá logremos para estas elecciones aparezca y que podamos presentarlo también a nivel nacional.
—¿Con esto me está diciendo…
—Que no queremos involucrarnos en ninguno de los dos extremos de la grieta porque no nos representan. No nos representa el kirchnerismo y no nos representa Cambiemos o Juntos por el Cambio. No representan nuestras expectativas, lo que pensamos del país. Creemos que son extremos que en muchas cosas se tocan porque cometen los mismos errores o porque repiten prácticas políticas que ya fracasaron en la Argentina, de un extremo a otro; de izquierda a derecha. Creo que hay que buscar algo nuevo, distinto y con una construcción verdaderamente federal y con dirigentes honorables, prestigiosos y que los hay. Este país tiene muy buena dirigencia política y empresarial e institucional. Ese es el gran desafío que tenemos por delante. Nosotros no estamos dispuestos a resignarnos que no pueda existir esa alternativa. Obviamente que si llegamos a las elecciones y esa opción no existe habrá que tomar una decisión sobre nuestro posicionamiento nacional. Pero vamos a apostar hasta último momento a que exista esa opción.
—¿Por lo que está diciendo no está asegurada la participación del Frente Progresista en las elecciones nacionales?
—Sí, por qué no. Lo que quiero decir es que más allá de las candidaturas locales para los cargos nacionales, uno puede hacerlo solamente en el marco local, y obviamente lo vamos a hacer, pero nos interesa también aportar a una construcción nacional diferente.
—¿Cómo está la relación con el radicalismo que si no hay una tercera opción tranquilamente puede optar por jugar dentro de Juntos por el Cambio?
—La relación es buena. Tenemos una excelente relación con la inmensa mayoría de los dirigentes radicales, un trato cotidiano con ellos. Obviamente existe esa tensión en el radicalismo donde hay sectores que ya definieron su participación en el esquema de Juntos por el Cambio y hay otros que están allí viendo cuál es su conveniencia o lo que mejor les parece para la opción electoral. Nosotros vamos a seguir siempre apostando a que el radicalismo, íntegramente, con la mayor parte de sus dirigentes esté en el Frente Progresista que creemos que sigue siendo una herramienta válida para ofrecer respuestas concretas a los problemas que tiene la provincia de Santa Fe.
—¿Cómo se imagina el camino a 2023 para el Frente Progresista y para el socialismo? Bonfatti anticipó que era momento de darle lugar a los nuevos dirigentes. ¿Se viene una renovación? ¿Farías puede ser uno de los hombres que por su trayectoria tenga que ser uno de los que se ponga al hombro al partido?
—Creo que el socialismo siempre tiene renovación de cuadros. Es un partido que tiene una gran tradición militante y tenemos sobre todo una base de militancia juvenil muy importante con lo cual naturalmente eso va produciendo una renovación de cuadros muy importante. Eso seguramente va a tener que generarse en los próximos años. Yo, si se quiere, con mis 51 años pertenezco a una generación intermedia a los cuales nos va a tocar la responsabilidad de que el partido tenga propuestas electorales serias y competitivas integrando a los jóvenes y a los dirigentes de mayor edad que siguen teniendo vigencia. Esto en el socialismo va a merecer una discusión interna importante, pero estoy seguro que el partido va a poder recomponerse y hacer propuestas importantes. En lo particular voy a trabajar para que esto sea así independientemente del lugar que me toque ocupar. No voy a poner por delante una ambición personal a lo que tiene que ser una construcción partidaria porque es un momento donde hay que dejar de lado todas las diferencias, que lógicamente existen.
—Precisamente el Socialismo viene de un proceso de elecciones internas.
—Venimos de un proceso interno que por suerte lo pudimos hacerlo con mucha prolijidad, con mucha transparencia y que tuvo el liderazgo de Miguel que permitió un amplio consenso en las listas mayoritarias. Además hoy tenemos autoridades con absoluta legitimidad, una construcción nueva por delante y eso me parece que es una fortaleza del partido para poder campear esta situación que es extremadamente difícil y delicada. La pérdida de Miguel para nosotros es irreparable, pero el mensaje y el legado de él merece que hagamos nuestros mayores esfuerzos para seguir dando respuestas a la sociedad.