Producto de una relación entre Claudio “Pájaro” Cantero, el ya mítico cabecilla de la banda de los Monos que fue asesinado hace una década, y una mujer llamada María de los Ángeles Schneider, nació, hace más de 20 años, Gastón Ezequiel Schneider, quien este jueves fue imputado como el jefe presunto de una asociación ilícita que cuenta con al menos 15 integrantes y opera en los barrios Magnano, Molino Blanco, villa La Paloma, La Carne y un sector de Saladillo, todos del sur rosarino. El rubro delictivo del grupo, según los fiscales, no difiere demasiado de otras investigaciones que se le siguen al clan Cantero: la imposición del control territorial a sangre y fuego, extorsiones, narcomenudeo y la neutralización o expulsión de bandas contrarias.
Gastón –Gastoncito para quienes lo conocen– se encuentra detenido en la cárcel de Piñero, donde purga una condena unificada en febrero de 2021 a 10 años por robo calificado, amenazas coactivas y tentativa de homicidio, señalaron fuentes judiciales. Algunos de los delitos datan de cuando era menor de edad.
Según dijo en audiencia al presentarse, no terminó la escuela primaria. No es el único integrante del clan que lleva el apellido Schneider. También es conocido en las páginas policiales Alexis «Tartita» Schneider, hijo del patriarca de la banda, Ariel «Viejo» Cantero, y de María Rosa Schneider, alojado también en la cárcel de Piñero con un cuarto de siglo de condena en su espalda.
A Gastón el encierro le deparó nuevas imputaciones, como ser el intento de extorsión a un bar de San Martín al 4700, en diciembre de 2021.
Según el legajo de los fiscales, la «mafia» pidió 30 mil dólares a cambio de no balear a Y., el blanco de las amenazas. Pese a que hizo la denuncia, dos días después le tirotearon su casa de Avenida del Rosario al 400, además de amenazar de muerte a su círculo familiar.
“Vas a tener que abonar como tu socio, no la batas, si no hay plomo para tu casa de av. del Rosario, la tienda de tu novia y para el bar y la parrilla Irineo. La mafia”, decía la nota que apareció en el local gastronómico cuyo envío, según la Fiscalía, coordinó Gastón.
También en 2022 surgió la megainvestigación contra el círculo de su medio hermano Uriel Luciano “Lucho” Cantero, quien se encuentra detenido como jefe de una asociación ilícita e instigador de dos crímenes.
Gastón ya fue imputado como miembro de la banda de Lucho. Según la fiscal Marisol Fabbro, “tiene conocimiento del funcionamiento de la organización delictiva y se encuentran a disposición”. La evidencia partió de comunicaciones interceptadas a Dylan “Capocha” Baldón, que se comunicaba con Lucho y, a su vez, con Gastón, ya alojado en la cárcel de Piñero, en una maniobra de triangulación de llamadas.
En esas escuchas se ventiló el encono de Gastón con un tal Vitamina, por lo que sería una deuda impaga.
“El gordo gil de Vitamina dijo que le pase 10 y hoy me tiene que pagar. Hasta ahora no me mandó, pero igual va a tener que entregar todo. Si no, lo voy a cagar a tiros a él, re corta. Me paga o le robo el barrio, fijate”, le dijo Gastón Schneider a su hermano Lucho en una comunicación que mantuvieron el 5 de junio de 2022 al mediodía, de acuerdo a la evidencia.
Además de esas imputaciones, ahora los fiscales Franco Carbone y Federico Rébola ubicaron a Gastón como jefe de su propia banda, que el martes saltó a la palestra tras 20 allanamientos por parte de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) que terminaron con cuatro detenidos.
“Son siete hechos conexos de balaceras, usurpaciones y extorsiones –detalló Carbone–; todos hechos de competencia provincial. Todos los hechos tienen su origen en conflictos interpersonales”.
La represalia por el crimen de Jonatan Schneider sería, para los fiscales, el motivo fundacional de la pandilla que supuestamente comanda Gastón desde el encierro con la colaboración de su novia, Lucía Julieta “Milagros” Zapata, imputada como organizadora.
Jonatan Schneider era uno de los tíos de Gastón. El 4 de septiembre lo mataron a tiros cuando iba en bicicleta a metros del cruce de Bermudez y Juan Pablo II, en barrio Magnano de la periferia sur. La andanada de balas también se cobró la vida de Graciela Paulina Carrizo, una mujer que tenía 57 años y estaba en una plaza con sus nietos y era ajena al conflicto.
El caso tiene detenidos a Diego Aguirre y a Miguel Ángel “Ojudo” López, quienes se encuentran en prisión preventiva como sospechosos de haber matado a Jonatan y a Carrizo. Aunque estos sospechosos aún no fueron a juicio, el caso no está impune. Sin embargo, el correlato callejero de las causas judiciales parece obedecer otras lógicas.
“El conflicto viene hace años entre los parientes de Jonatan Schneider con Miguel Ángel López (apodado «Ojudo» y preso desde el 19 de septiembre). Creo que uno quería ser más que el otro, no sé si es por droga, es como si fuese un conflicto vecinal”, señala uno de los testimonios que engrosaron el legajo del fiscal Gastón Ávila con relación a ese doble crimen.
“En el barrio son conocidos por venta de drogas y este Gastón le manda a la mujer lo que tiene que hacer y manda a los pibes”, agregó otro testimonio de aquel caso, ahora retomado por Carbone y Rébola.
Una de las represalias por el crimen de Jonatan fue una doble tentativa de homicidio que sufrieron dos mujeres un día después del crimen, el 5 de septiembre. Paula, de 43 años, y su hija Tamara, de 23 y entonces embarazada de 6 meses, fueron atacadas a tiros por dos pibes en bicicleta.
La mayor fue derivada al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca) donde estuvo internada 11 días con lesiones en el pulmón, hígado, intestino, corazón y cólon. Su hija estuvo cinco días en terapia intensiva en el Hospital Provincial, continuó con el embarazo –el bebé resultó ileso– y le dieron el alta a fines de septiembre. Las declaraciones de las víctimas y de algunos allegados señalan que las mujeres fueron baleadas sólo por el hecho de ser familiares de Aguirre y de “Ojudo” López.
Fuente: Rosario 3