Siete agentes de la Policía de Acción Táctica de Santa Fe fueron detenidos este miércoles durante los múltiples allanamientos de la Policía Federal y la Gendarmería en Rosario, en la capital provincial y en localidades aledañas.
Junto a un octavo uniformado que permanecía prófugo, todos están sospechados por un equipo de cuatro fiscales federales por haber robado 15 kilos de cocaína, 50 mil dólares y armas en un procedimiento llevado a cabo el 13 de agosto pasado en un domicilio particular, en el que habrían privado ilegítimamente de su libertad a tres adultos y dos niños.
A dos de los siete policías arrestados les incautaron cinco envoltorios de cocaína en sus mochilas, según adelantaron a Infobae investigadores judiciales que intervienen en el expediente.
El origen de los operativos fue un allanamiento, presuntamente, ilegal a criterio de la Justicia federal de Rosario, en Forest al 5600, en el barrio Belgrano. Allí, la Policía de Acción Táctica irrumpió en una propiedad en la que informó que había incautado dos escopetas, una carabina con mira telescópica, cartuchos, tres granadas de mano –aparentemente de humo–, una balanza de precisión y medio ladrillo de cocaína. No obstante, el botín real, para la Justicia federal, fue mucho mayor.
Por los secuestros, la causa había quedado en manos de la Justicia provincial, que tiene a su cargo las investigaciones por microtráfico de droga. Sin embargo, como el medio ladrillo de droga no estaba fraccionado ni había elementos en el lugar que permitan inferir que iban a colocar la sustancia en envoltorios para la venta a menor escala, el fuero se declaró incompetente y giró las actuaciones al fuero federal.
Los allanamientos de este miércoles se hicieron en Rosario, en domicilios particulares y en la sede de la Policía de Acción Táctica y en Lola Mora al 100 bis, en la zona Sur; en la ciudad de Santa Fe y en otras localidades de la provincia. En todos participó un veedor del Ministerio de Seguridad santafesino.
Las medidas fueron requeridas por el Área Investigación y Litigio Casos Complejos-Oficina Criminalidad Económica, Trata de Personas y otros de la Unidad Fiscal Rosario, en una causa a cargo de Javier Arzubi Calvo y los fiscales federales coadyuvantes Soledad García, Andrés Montefeltro y María Virginia Sosa, bajo la firma del juez federal Carlos Vera Barros.
No es la primera vez en lo que va del año que agentes provinciales se ven involucrados en un presunto delito. A fines de febrero pasado, cinco policías fueron detenidos por pedido del fiscal provincial Franco Carbone, quien luego los llevó a audiencia imputativa por supuestamente haber plantado tres armas y carteles dirigidos al gobernador Maximiliano Pullaro a un joven al que arrestaron el 31 de enero en la vía pública, en Pasaje Ancuña y Rouillón, en la zona oeste.
En esa audiencia, Carbone afirmó que los uniformados habían puesto una pistola calibre 9 milímetros, una calibre .380 y una calibre .40 en la camioneta Hilux del joven, al que conocían por ser allegado a un integrante del clan Tripi, que está condenado por venta de droga en el complejo Fonavi Parque Oeste.
Las armas, según aseguró el fiscal, habrían sido utilizadas para el ataque a tiros contra una sucursal de un banco, el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, la sede de la Tropa de Operaciones Especiales, la Comisaría 19ª y una estación de servicio. Esos atentados tuvieron lugar entre diciembre y enero pasado, donde se arrojaron también notas intimidatorias en las que estaban mencionados el Gobernador y el ministro de Seguridad provincial, Pablo Cococcioni. Las pistolas también se usaron para herir a un joven en Pedro Lino Funes y Cerrito.
Los nuevos allanamientos ordenados por la Justicia federal ocurren en unas últimas 24 horas ardientes para el hampa de la ciudad: asesinaron en la zona norte a Samuel Miqueas Medina, yerno de “Guille” Cantero, capo máximo de Los Monos, acribillado de 16 tiros por sicarios a bordo de una moto. El crimen ocurrió luego de semanas de relativa paz, con una notable baja en los homicidios en Rosario, usualmente, motivados por el sicariato y la guerra entre bandas.
Fuente: Infobae