En medio de un clima de tensión se realizaron los funerales del presidente Jovenel Moise, en las adyacencias una seria de disparos que se escucharon obligaron a las delegaciones de Estados Unidos y de la ONU a abandonar el lugar.
Los funerales nacionales del asesinado presidente de Haití, Jovenel Moise, se realizaron en la ciudad de Cabo Haitiano, en un clima de tensión con protestas y disparos en cercanías de la ceremonia en la que la primera dama denunció que su marido «fue abandonado y traicionado».
Momentos antes de que comenzara el acto, la multitud comenzó a insultar al jefe de la Policía Nacional, Léon Charles, al grito de «asesino», al tiempo que la Policía empleó gases lacrimógenos para dispersar las barricadas de neumáticos en llamas, situados en las inmediaciones, según el diario local Gazette Haiti.
La tensión escaló al poco tiempo de su inicio con una seria de disparos que se escucharon en las cercanías y que obligaron a las delegaciones de Estados Unidos y de la ONU a abandonar el lugar, según la enviada del portal estadounidense Miami Herald, en una información luego confirmada por la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki.
«La delegación presidencial (en Haití) está a salvo tras los disparos reportados fuera del funeral. Están de regreso a Estados Unidos», dijo la vocera durante una conferencia de prensa.
La viuda llegó acompañada por sus hijos y un importante dispositivo de seguridad. Ante el féretro se retiró la mascarilla y besó la bandera que cubrió el sarcófago.
La delegación incluyó a la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, el principal asesor de Biden para América Latina, Juan Gonzalez, el enviado especial de Estados Unidos a Haití, Daniel Foote, y los congresistas estadounidenses Gregory Meeks y Jeff Fortenberry, precisó la agencia de noticias Sputnik.
Más allá de esa violencia, la ceremonia civil en honor de Moise fue celebrada en Cabo Haitiano, localidad en el norte del empobrecido país caribeño donde fue enterrado hoy mismo.
«Fuiste abandonado y traicionado. Su asesinato expuso (la) fealdad y cobardía», dijo Martine Moise, viuda del exmandatario y que resultó gravemente herida en el ataque nocturno contra su marido del 7 de julio pasado.
La mujer, con el brazo en cabestrillo tras ser atendida en un hospital en Florida, al sur de Estados Unidos, aseguró que «el mayor pecado» de Moise fue «amar a su país. Defender a los más débiles frente a la codicia de otros».
«Fuiste brutalmente asesinado. Se ha conspirado contra ti. Te odiaban, te lanzaron veneno», dijo Martine y explicó que no comprende «cómo la envidia de poder y la vulnerabilidad podían llevar a tal malicia contra» su marido.
La viuda llegó acompañada por sus hijos y un importante dispositivo de seguridad. Ante el féretro se retiró la mascarilla y besó la bandera que cubrió el sarcófago.
Moise, asesinado el 7 de julio a sus 53 años por un comando armado en su domicilio de la capital, Puerto Príncipe, era originario de la región vecina a la de su lugar de entierro, también en el norte.
Su ataúd, cubierto por la bandera nacional y la banda presidencial, fue expuesto en una explanada adornada de flores y custodiado por soldados de las Fuerzas Armadas de Haití.
Representantes de delegaciones extranjeras, del cuerpo diplomático y miembros del Gobierno presentes en el lugar se turnaron para ofrecerle el pésame, en un funeral abierto que podía ser visto por los dolientes desde grandes pantallas desplegadas alrededor, informó la agencia de noticias AFP.
La investigación del magnicidio
Hasta el momento, 26 personas -la mayoría colombianas- fueron arrestadas por su implicación en el complot, que según la policía fue organizado por haitianos con ambiciones políticas y vínculos fuera del país.
Pero el caso sigue siendo turbio y hay muchas preguntas sin respuesta, como por ejemplo por qué ningún miembro del destacamento de seguridad presidencial resultó herido en el brutal asalto.
Los haitianos han expresado su desconcierto ante el hecho de que aquellos que se suponía debían garantizar la seguridad del presidente hayan fallado de una forma tan evidente.
Haití está azotado por la inseguridad y las pandillas, algo que se agravó durante la presidencia de Moise.
Esos problemas se derivan en parte de divisiones raciales históricas que se remontan al colonialismo francés entre los negros del norte que son descendientes de esclavos y los haitianos de piel más clara que viven en el sur y el oeste.
Esta semana se desarrollaron varias ceremonias de homenaje al presidente asesinado en Puerto Príncipe, entre ellas una misa en la catedral de la ciudad, seguida de una procesión en su honor.
Entre los asistentes estaba Ariel Henry, el nuevo primer ministro, quien asumió el cargo el martes prometiendo restablecer el orden para organizar las elecciones exigidas por la población y la comunidad internacional.
La crisis política
Haití actualmente no tiene un Parlamento en funcionamiento y cuenta solo con un puñado de senadores electos, ya que los mandatos de la mayoría expiraron. El Gobierno interino del primer ministro Henry, instalado esta semana no tiene presidente, por lo que tendrá que convocar a elecciones.
Esa fue una de las condiciones que le impusieron los representantes de las potencias internacionales que le dieron su respaldo.
Moise había gobernado Haití, el país más pobre de las Américas, por decreto después de que las elecciones legislativas previstas para 2018 se demorasen tras múltiples disputas.