Cada vez más países rescinden acuerdos por incumplimiento o no quieren contratarla. Arrancó siendo un auge por la publicación de The Lancet, pero ahora ya nadie la quiere. Las razones detrás de los atrasos en la entrega de segundas dosis.
Vladimir Putin sorprendió al mundo en agosto de 2020 cuando dijo que Rusia tenía la primera vacuna aprobada contra el Covid-19: la Sputnik V. Con un nombre comercial que remite a la carrera espacial entre la URSS y EEUU, el eterno líder ruso daba un fuerte golpe en el tablero geopolítico en medio de la pandemia.
La noticia fue recibida con cautela por la Organización Mundial de la Salud, hasta que un estudio publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet confirmó que el suero tenía una eficacia superior al 91% contra el coronavirus.
La vacuna, barata y fácil de almacenar a diferencia de las de ARN mensajero, apareció como la solución (¿salvación?) para decenas de países en vías de desarrollo desde América Latina hasta Asia- entre ellos la Argentina- en momentos en que las potencias del primer mundo acaparaban todos los sueros de laboratorios como AstraZaneca, Pfizer o Moderna.
La vacuna fue aprobada por 69 países y Rusia prometió 896 millones de dosis a otros países, según el diario Moscow Times. El sueño ruso era entonces vacunar a una de cada 10 personas en el mundo.
Pero los problemas de producción empezaron pronto y en febrero de 2021 Putin reconoció por segunda vez que el país no tiene capacidad para cumplir con la demanda.
Esto llevó a un cambio de estrategia con la firma de acuerdos con laboratorios extranjeros- como Richmond en la Argentina- que podrían producir alrededor de 1400 millones de dosis, según el director Fondo de Inversiones Directas Ruso, Kirill Dmitriev.
Una de las principales dificultades de la producción del suero ruso, radica en que, a diferencia de las otras vacunas de dos dosis, sus componentes no son los mismos. El Instituto Gamaleya, creador de la fórmula de dos vectores de adenovirus humano modificados, afirma que le da una mayor protección que la mayoría de las vacunas. Pero la producción del segundo componente es más lenta y complicada, lo que generó severos retrasos en las entregas.
“El problema con eso es que tenés que tener dos fábricas diferentes o al menos dos secciones separadas para fabricar las dos dosis”, dijo Vikram Punia, fundador de Pharmasyntez, una compañía farmacéutica rusa, a The Moscow Times.
El mayor problema para Punia fue la falta de personal calificado: “Podemos comprar equipos, podemos construir plantas. Pero en biotecnología, la gente competente es lo más importante. Y no hay muchos “, dijo Punia.
“El producto es bastante difícil y en realidad hay que fabricar dos medicamentos diferentes”, dijo por su parte a Reuters el director ejecutivo de Biocad, Dmitry Morozov, cuya compañía es una de las firmas elegidas para fabricar Sputnik V.
Además, la irrupción de la variante Delta provocó récords de contagios y muertes en Rusia, lo que llevó el Kremlin a tener que privilegiar la demanda interna por sobre las exportaciones, en medio de campañas de vacunación obligatoria en algunas regiones del país.
Según el sitio web Gogov, que recopila los datos de las regiones y los medios a falta de estadísticas oficiales, 29,4 millones de personas recibieron al menos una dosis de una de las vacunas rusas aprobadas, lo que equivale al 20,1% de la población del país.
El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, dijo que “la prioridad absoluta es el consumo interno, la vacunación de los rusos. Satisfacer la demanda en el extranjero no es posible actualmente; todas las obligaciones se cumplirán más adelante”.
Un dura carta de la Argentina
Los retrasos llevaron a muchos países a quejarse públicamente, y hasta el gobierno argentino le mandó una dura carta a Anatoly Braverman, mano derecha de Dmitriev, por la por la tardanza en la entrega del componente 2, En la carta, hasta se llegó a amenazar con cancelar el contrato.
“Necesitamos urgentemente algo del segundo componente. En este punto, todo el contrato corre el riesgo de ser cancelado públicamente”, escribió la asesora presidencial Cecilia Nicolini. “Estamos en una situación muy crítica”, agregó la funcionaria.
El mensaje surtió efecto y días después llegaron al país 500 litros del principio activo de la Sputnik V para producir localmente 760.000 dosis del segundo componente.
Un cargamento de vacunas Sputnik V llega al aeropuerto de Ezeiza. (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian).Por: REUTERS
En la Argentina unas 6,8 millones de personas están a la expectativa de saber si recibirán o no su segunda dosis. De este grupo, unos 2,3 millones ya superaron los 100 días de ventana entre la primera y segunda aplicación.
Los atrasos llevaron al Gobierno porteño y a la Nación a iniciar estudios de combinación de vacunas con los sueros de Astrazeneca y Sinopharm, una vía que también explora Bolivia, otro de los países de la región que firmaron acuerdos con Rusia (los demás son México, Guatemala, Honduras, Venezuela Paraguay y Guayana).
Las desavenencias llevaron a Brasil a finalmente descartar la compra de vacunas rusas por ahora. El caso más emblemático es sin duda el de Guatemala, que sí anuló el contrato con Rusia por 16 millones de dosis.
El país ya había pagado 79,6 millones de dólares al Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDIF) por ocho millones de dosis de Sputnik V. Sin embargo, hasta el momento sólo recibió 550.000.
Ese retraso generó fuertes críticas al gobierno del presidente Alejandro Giammattei y pedidos de investigación. El gobierno finalmente renegoció el contrato y aseguró un calendario de entregas mensuales para cumplir hasta el 31 de diciembre ”la entrega del resto de las ocho millones de dosis de la Sputnik V que ya fueron pagadas”, según dijo este miércoles la ministra de Salud, Amelia Flores. Agregó que ahora el gobierno negocia la adquisición de vacunas de los laboratorios Johnson & Johnson, Moderna y Pfizer.
Los incumplimientos son generalizados: México firmó un contrato con Rusia por 24 millones de vacunas Sputnik V para fines de mayo. De acuerdo a las últimas cifras oficiales de ese país, y según el sitio La Silla rota, a finales de junio solo habían arribado unas 2,7 millones de unidades.
Bolivia firmó un convenio por 5.200.000 dosis para mediados de este año, pero sólo llegaron 1.235.000. Paraguay adquirió un millón de dosis de la vacuna rusa pero recibió sólo 380.000.
Los países africanos, que esperaban unas 300 millones de dosis, también recibieron un baldazo de agua fría de Rusia, informó la revista Foreign Policy. Argelia anunció en enero planes para entregar 500.000 vacunas de forma gratuita, pero solo tenía 50.000 para dar hasta el 7 de abril.
Con unas 30 millones de dosis producidas mensualmente en Rusia y otras 5 millones al extranjero, la producción de Sputnik V es mucho menor que los cientos de millones de dosis que producen laboratorios como Pfizer y AstraZeneca cada mes. Los retrasos en la entrega de vacunas le dan tiempo a China, Europa y Estados Unidos para llenar el vacío y avivar la ilusión que en su momento supo aportar el proyecto Sputnik V.
Como un reconocimiento a medias de su fracaso, hasta Rusia inició estudios de combinación con AstraZeneca. Los primeros resultados son alentadores para las millones de personas en el mundo que esperan un segundo pinchazo: mezclar las vacunas “es seguro”, afirmaron. Eso sí, siempre y cuando AstraZeneca cumpla con la demanda.