El equipo «Canalla» venció 3 a 2 a los paranaenses, en uno de los encuentros de viernes por el torneo de Primera División. Marco Ruben, Luciano Ferreyra y Emiliano Vecchio anotaron los goles en el local.
Rosario Central venció esta tarde 3-2 a Patronato en un partido infartante que tuvo de todo y que dio vuelta en el final, en el Gigante de Arroyito, por la 16ta. fecha de la Liga Profesional de fútbol.
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Los goles «canallas» fueron convertidos por Marco Ruben en el primer tiempo, y por los ingresados Luciano Ferreyra y Emiliano Vecchio, en el epílogo. El uruguayo Sebastián Sosa marcó los dos tantos visitantes, uno en cada etapa.
El partido no podría haber comenzado mejor para Central, que al minuto llegó con una gran jugada del venezolano Michael Covea por la izquierda, que siguió con un centro de Martínez desde la derecha y que Ruben la tiró alta, solo en el primer palo.
Y, sobre todo, a los 3 m cuando Marinelli tocó con Ruben en el área, quien habilitó atrás a Covea, quien pateó, Ibáñez dio rebote y el propio Ruben la empalmó de derecha y abrió el marcador.
Patronato reaccionó a los 12 m con una buena diagonal de Gabriel Gudiño por la derecha, quien lo tuvo a maltraer a Blanco, pero su derechazo fue contenido por Jorge Broun.
El partido alternó entonces entre el buen juego y el dominio visitantes, que llegó con un par de disparos desde fuera del área de Pardo y Vázquez, y otros períodos en los que Central controló el balón.
Central volvió a llegar a los 28 m cuando Ruben punteó una pelota en el área a un defensor y se fue solo, pero Ibáñez salvó en el mano a mano, y tuvo su segunda llegada más clara a los 40 m cuando otra vez Ruben abrió a Covea por la derecha, quien la pisó entre dos defensores y dejó al delantero solo, quien le pegó de mediavuelta, pero el arquero volvió a salvar en gran forma.
Y como a este Central todo parece costarle el doble, el primer tiempo no podría haber terminado peor para el local: no sólo no pudo estirar la ventaja en dos llegadas claras sino que a los 43 m se cumplió la ley de los goles errados en un arco, que se hacen en el otro: Gudiño tiró un centro pasado desde la derecha, Sebastián Sosa saltó solo ante el tardío cierre de Damián Martinez y la metió de cabeza en el ángulo superior izquierdo. ¿Demasiado castigo para el local? Tal vez, pero tuvo el gol dos veces y no pudo con Ibáñez y, además, marcó muy mal en el final y se fue al descanso con la bronca del empate.
Central pasó por todos los estados de ánimo en el complemento, en el que estuvo a punto de ponerse en ventaja, pero pasó a perderlo en otra jugada increíble, lo buscó con buen fútbol y lo dio vuelta en el final.
La primera jugada increíble llegó a los 14 m cuando el ingresado Emiliano Vecchio -la figura de la cancha, que volvía de una lesión- metió un tiro libre desde la izquierda, Nicolás Ferreyra cabeceó solo, le pelota pegó en el poste derecho y cruzó el arco, y Damián Martínez entró solo por la derecha y se perdió una situación muy clara, al cruzar el derechazo, con Ruben y Lucas Gamba solos para empujarla.
Y como las malas suelen venir acompañadas, a los 31 m Broun rechazó de cabeza afuera del área, pero lo hizo hacia el medio, Héctor Canteros le pegó una volea de primera desde su campo y la pelota voló más de 60 metros, pegó en el travesaño y le cayó a Sosa, que sólo tuvo que empujarla.
El Gigante «hervía» entre los insultos de la gente a los jugadores y a los dirigentes, en un trámite en el que los hinchas empujaban a su equipo, que a pesar de las dudas iniciales se animó a jugar con la pelota por abajo con los ingresados Vecchio, Gamba, Zabala, Lo Celso y Ferreyra.
Y así, cuando el partido se le había hecho más cuesta arriba, lo empató con el primer gol de vestuario, a los 39 m: Zabala alargó a Gamba por la derecha, quien llegó al fondo y mandó un centro pasado para Luciano ´»Pupi´ Ferreyra, quien la tocó de derecha al segundo palo.
Y a los 48 m llegó el golazo de la victoria, que también tejieron tres suplentes: Francesco Lo Celso enganchó por la izquierda y tocó con Gamba, quien tiró una diagonal y habilitó la solitaria entrada de Vecchio por el medio del área, quien se acomodó, esperó el momento y la tocó suave, de derecha, y la metió abajo, junto al segundo palo, en un Gigante de Arroyito que se venía abajo.