La diferencia la hizo Cristian Ferreira, en esa corrida maradoniana de un extremo a otro. Fue una jugada fantástica del volante que coronó con el gol, con la ayuda involuntaria de Cristian Lema que la introdujo en su arco, y que le dio a Newell’s su segunda victoria en la Copa de la Liga. El resto fue sacrificio, esfuerzo y garra para sacar adelante un partido que, a diferencia de lo acostumbrado, la posesión fue del rival. Entonces, con atributos que están relacionados todos con la actitud, hasta se sobrepuso a la expulsión del propio Ferreira en los minutos finales para vencer a Lanús por la mínima diferencia y seguir pisando firme en la zona B.
Lanús fue un conjunto que propuso y se posicionó bien adelante desde el principio. Una postura que expuso debilidades, al otorgar ventajas hacia atrás. Cerró mal y dejó huecos. A los 8’, le sacó el máximo provecho Cristian Ferreira. Corrió desde su propio campo unos 74 metros, dejó atrás a Peña Biafore y Esquivel, luego a Cristian Lema, gambeteó a Sánchez Miño ya dentro del área granate y la picó por sobre Aguerre. La pelota se iba, pero dio en Lema y se metió en el arco. Un toque de justicia futbolística ante tremenda jugada individual que merecía ser gol.
En ventaja, le favoreció al conjunto rojinegro que el grana mirase todo el tiempo el arco de Hoyos. Tuvo los espacios para contraatacar y aumentar. Pero no los supo explotar. Falló el circuito ofensivo. Aguirre y Sordo no desequilibraron por afuera. Recalde pasó desapercibido. Sforza no acompañó. Martino se soltó poco. Un par de desbordes de Méndez, uno de los cuales culminó con un tiro al primer palo que sacó Aguerre, fue lo poco que produjo el local en ataque.
En la retaguardia, la lepra se sostuvo firme y controló al grandote Leandro Díaz en la primera etapa. Glavinovich se impuso en el duelo con el nueve y cubrió con acierto por detrás de Velázquez. La visita recurrió a disparos desde afuera del área para intentar la igualdad. Una mediavuelta de Pepo De la Vega y un zurdazo de Esquivel pasaron cerca. De la Vega fue de lo mejorcito del granate. Con frecuencia dejó la banda izquierda para tirarse al medio, sin que nadie lo siga. Loaiza también se manejó con algo de soltura en el medio, hasta que Iván Goméz se corrió de sector para encimarlo, con Ferreira yendo a la derecha.
De tanto en tanto, Newell’s se aproximó, pese a los problemas que siguió teniendo para elaborar acciones de riesgo. Si no aumentó fue por malas resoluciones. El caso de Sordo ante Aguerre, luego de que Aguirre cayó en el área y se reclamó un penal que no fue. Y en ese balón que se le fue largo a Recalde cuando quedó solo frente el exarquero rojinegro.
El segundo tiempo empezó mal para Newell’s. No encontró la pelota, la perdió con frecuencia en su propio campo y fue atorado por Lanús. Díaz empezó a complicar a Velázquez y Glavinovich. El corpulento lo tuvo en esa jugada en la que se le fue al juvenil y su tiro salió apenas desviado.
Newell’s corrió generalmente detrás del balón, no contuvo en la mitad de cancha y sufrió el trámite. Igual Lanús no fue ninguna garantía en defensa. Aguirre lo dejó en evidencia al encararla él solito y sacar un remate de zurda que reventó el palo.
La tensión creció en el Coloso. Newell’s tuvo problemas para manejarla y Lanús para saber qué hacer con la pelota. Merodeó el área rojinegra, pero sin profundidad. Recién llegó en una pelota detenida y un doble cabezazo, de Lema y Díaz, que cruzó delante del arco de Hoyos.
Heinze recién movió el equipo cuando restaba menos de un cuarto de hora. Ingresó Mansilla por Méndez, con lo que paró tres zagueros.
El sufrimiento de los últimos instantes se transformó en bronca con la segunda de amarilla que le mostró Merlos a Ferreira porque el mediocampista no quiso salir por la línea más cerca, la de fondo, al momento de ser reemplazado como pretendía el juez.
El desenlace fue un compendio de nervios. Canale se fue expulsado por golpear a Aguirre, que mejoró jugando por derecha. Newell’s mantuvo el 1 a 0 con los dientes apretados hasta el final. Así, lo ganó, con más lucha que fútbol. Y la genialidad de Ferreira.
Fuente: La Capital