No nos equivocamos cuando pensamos en un partido de fuerzas parejas. Pero en el balance del primer tiempo, lo de Colón fue ligeramente superior a Platense. Con esquemas diferentes, la idea de Gorosito fue manejar el partido a través del control de la pelota. Por eso se decidió por Arrúa, dejándolo a Teuten en el banco. La idea fue armar un circuito de juego con Perlaza y Arrúa por delante de Julián Chicco (bien ubicado y criterioso en el primer tiempo), con Álvarez sumándose al juego y con Meza yendo en todas por afuera.
Colón insistió mucho en inclinar el juego por derecha. Meza se cansó de recibir bien abierto, colocó algunos centros buscando a Wanchope y armó una sociedad interesante con Pierotti en el primer tiempo. Por el otro lado, lo mismo. Palermo le dio total libertad a Morgantini para proyectarse muchísimo por derecha, obligando a un retroceso permanente de Alvarez y a que Delgado también esté atento a los movimientos del marcador de punta calamar.
No hubo pasajes de dominio total, pero en ese primer tiempo con algunas situaciones muy claras (el mano a mano de Alvarez luego de un brillante pase de Arrúa y el cabezazo de Servetto tras el centro de Morgantini), el que dejó mejor impresión fue Colón. Dio la sensación de tener mayores argumentos de juego y cuando abandonó la incomodidad a la que lo sometió Platense en los minutos iniciales, pudo controlar el partido y hasta dejar una mejor imagen, no concretada en la red adversaria más allá de algunas situaciones propicias.
Como se expresó, la más clara fue el mano a mano de Alvarez que tapó Macagno. Quizás le faltó cruzar más la pelota al volante sabalero, pero el achique del buen arquero de Platense fue clave para tapar el remate. Pero además, hubo una jugada nacida en un lateral de Meza que casi fue gol de Wanchope (punteó la pelota y tapó el arquero), más un par de jugadas adentro del área en las que faltó serenidad y precisión para definir.
Quedó también la duda en una jugada en la que sujetaron a Pierotti adentro del área. Los jugadores de Colón, sobre todo Pierotti, pidieron penal. Entendió el árbitro que no había sido lo suficientemente potente como para frenarle la acción al volante. Cuestión de interpretación.
El partido se abrió y aparecieron espacios para que Colón se pare de contragolpe. Sin embargo, la mejor jugada fue una maniobra colectiva excelente que terminó con un enganche de Perlaza adentro del área y un zurdazo débil a las manos de Macagno.
Cuando Gorosito movió el banco, puso a Vega y a Galván por Julián Chicco (correcto partido) y Arrúa. El partido parecía romperse, se hacía de paso rápido en el medio, los dos buscaban el arco de enfrente como objetivo y si el partido estaba con el marcador en blanco no era por falta de convicción de parte de los dos, sino por imprecisión o falta de puntería.
Colón no podía encontrar claridad adentro del área, empujaba, tenía a un Wanchope que jugaba con inteligencia pero afuera del área y no podía hacerlo en su hábitat natural, o sea en los últimos 18 metros de la cancha.
Terminó mejor Colón, más entero, más impetuoso. Le faltó meterla. Estuvo cerca con el tiro libre de Meza que se estrelló con violencia en el travesaño. Fue otra maniobra muy clara, la mejor en un segundo tiempo intenso, no tan bien jugado, pero intenso y con Colón más ambicioso que el rival.
Otro empate que deja un sabor agridulce. Es cierto que fue de visitante y esos puntos se cotizan, pero la realidad marcó que Colón hizo méritos como para volverse a Santa Fe con un premio mayor.
Fuente: El Litoral