En este histórico Cementerio de Elefantes, sólo le quedan a Colón las tumbas de la gloria para un olvidable 2022. Del campeón va quedando poco, cada vez menos. La pertenencia de Garcés, la jerarquía solitaria de “Pulga” y nada más.
Se va terminando la temporada y Colón sigue probando. Hay un dato que es alarmante, tanto como los tres entrenadores que contrató en nueve meses. Hasta ahora, se usaron más de 40 (sí, leyó bien…cuarenta) jugadores. Imposible para cualquiera. Ni siquiera la excusa de la triple competencia, apenas pasajera lo justifica semejante desequilibrio de nombres.
El empate con San Lorenzo, que pareció un limitado pacto de “no agresión”, pacificó un poco las cosas en el sur de la ciudad de Garay. La postal previa marcaba clima pesadito y no justamente por la temperatura en Santa Fe. Ni bien los primeros visitantes (prensa) ingresaron al Cementerio de los Elefantes, una bandera amenazante detrás de uno de los arcos: “JUGADORES…DIRIGENTES CON COLÓN NO SE JODE”. Duró un ratito, hasta que la Policía misma la hizo retirar por cuestiones obvias.
Las tres derrotas consecutivas no marcaban la mejor de las escenografías. Para colmo, día laborable y horario incómodo. Tan molesto como la campaña misma en el año del post campeonato: apenas el 35 por ciento de puntos de rendimiento, con un Colón hundido en las dos tablas (torneo actual y acumulada anual) y afuera hace tiempo de todas las copas (Conmebol Libertadores y Copa Argentina).
Para colmo, en nueve meses, pareció un parto complicado lo del equipo en Santa Fe: sólo tres alegrías de un Cementerio que más que enterrar grandes resucitó giles en este 2022.
Los dos entrenadores chocados (primero Julio César Falcioni y después Sergio Rondina) y un interinato/definitivo (Adrián “Chupete” Marini) en riesgo dejaban con exclusividad toda la bronca de las tribunas en la figura de los players. Los refuerzos que no reforzaron nada (apenas la vuelta de “Puga” se pagó sola en cuentagotas de calidad) apuntaban el dedo acusador hacia el palco de los dirigentes. En medio de ese combo, allá abajo, once nombres.
Entre los que se borraron solos (Ábila, con su expulsión en Peña y Arenales), los lesionados (Meza, Chicco, Teuten) y los “borrados” por el entrenador (Goltz, Delgado, Perlaza), el once titular sabalero tenía más pinta de mix que de titular. Apenas Bernardi, “Pulga” y Farías, sobrevivientes románticos de la estrella conseguida en San Juan.
Esos primeros 45 minutos entregaron algo previsible, entre la frescura de Colón (siete de los once titulares que puso en campo jugadores del semillero) y las estadísticas de San Lorenzo: el equipo más “empatero” de la Argentina, con once igualdades en lo que va de la temporada.
Lo más peligroso, más allá de la pifia de Giay cuando quedó solo a espaldas de Ojeda y una solitaria estirada de “Nacho” Chicco con aproximación de Bareiro, eran los números del juez Zunino: apenas seis partidos en Primera. Como no pasó nada, zafó.
Lo de Colón pasó por ideas primitivas, por caso correr, marcar, ocupar espacios e intentar que San Lorenzo no lo lastimara. Lo del equipo de Insúa fue casi espejo en cuanto a las limitaciones para generar juego. En la etiqueta del espectáculo, bastante fierito.
Estaba cantado que, con poco, se mejoraba y de ambos lados en el complemento. Porque más feo/fiero que el primer tiempo, imposible. Un par de llegadas, con Colón empujando y el Ciclón de contra, gambetearon apenas el rótulo de bodrio.
De lo poquito, un globo de PR 10 que Batalla sacó al córner por arriba del travesaño y una contra 3-1 muy mal administrada por Leguizamón en la visita.
Así, entre los miedos de Colón y el Deportivo Empate que es San Lorenzo, los 90 minutos se fueron en blanco. Como si les sirviera a los dos, cuando en realidad prácticamente los saca del único premio consuelo de la temporada: un boleto en Sudamericana.
Colón dejó de perder pero sigue sin ganar. “Somos un equipo en reconstrucción”, dijo Leonel Picco a la tele en la previa. No está mal la idea de esa palabrita, porque en muchos rubros la destrucción del Colón Campeón es total.
Marini, a los tumbos, hizo con un puñado de partidos como entrenador lo que no hicieron Falcioni y Rondina con 1.000 juegos entre los dos: sacó un par de jugadores “grandes” y con nombres para poner pibes. Hoy le sirvió como un parche para evitar el incendio de la cancha.
Quedan ocho partidos para el final de un año 2022 olvidable para Colón. Dependerá de Colón que sean ocho partidos o que sigan siendo ocho estaciones de un calvario que pocos imaginaban allá por enero en la casa del campeón.
El rival es “San Empate”
Con este 0 a 0 en el Cementerio de los Elefantes ante el Colón de Marini, este San Lorenzo del “Gallego” Rubén Darío Insúa superó al Arsenal de Leonardo Carol Madelón para subirse al podio del actual campeonato como “el equipo que más empata en la Argentina”.
Así y todo, acorde a los registros, con 12 empates en 19 fechas de San Lorenzo en el actual torneo no es record, ya que en el Apertura ’90, Racing de Avellaneda empató ¡13!, con 2 victorias y 4 derrotas. Eso sí, todavía quedan ocho (8) fechas.
Ahora, el domingo en el Kempes
Ahora, luego de cortar tres (3) derrotas al hilo con este empate ante San Lorenzo, el Colón de Adrián “Chupete” Marini irá a Córdoba para jugar contra un Talleres que preservará titulares para los cuartos de final de la Copa Argentina, instancia que jugará el miércoles que viene (28 de septiembre) en Resistencia.
El cruce Talleres-Colón irá este domingo, a las 20.30, en el estadio Mario Alberto Kempes, que no se utilizará más hasta la Final Única de la Copa Sudamericana entre Independiente del Valle de Ecuador y San Pablo de Brasil que se jugará el sábado 1 de octubre.
Para este partido con la “T” en el Kempes, Colón podrá tener a disposición al cordobés Ramón Darío Ábila, ya que el Tribunal de Penas sancionó a “Wanchope” con una sola fecha de suspensión por la doble amarilla contra Banfield.
Fuente: El Litoral