Un partido correcto por parte de Central. Un empate (1-1) que no inclina la balanza en el terreno de las sensaciones, pero que sí dejó en claro que la llave está abierta y que deberá pelearla a capa y espada en Brasil ante un Fortaleza que también le dejó en claro que es un equipo serio. La inmediata reacción de los de Lequi frente al gol tempranero del conjunto brasileño fue de lo mejor que mostró un Central que siempre se animó y que buscó el resultado en todo momento. Y jugado ya el primer chico, las sensaciones que dejaron estos 90 minutos en el Gigante es que hay material y sustento para ir por el pasaje a cuartos de final, pero que deberá, cuanto menos, mantener este nivel. Claro, de local lo esencial es marcar la diferencia y el Canalla no lo hizo, pero se dejó en el bolsillo una ficha de cara a la ilusión.
Si había un inicio de partido que podía resultar malo para Central, es el que se dio. Un minuto de juego, falta sobre el lateral de Ibarra, pegada directo al arco de Marinho y la pelota que viajó al segundo palo, al ángulo, sin que un sorprendido Broun pudiera hacer algo. Demasiado a contramano comenzaba la serie. Y si hay algo que se debe tener en este tipo de llaves es reacción. Fue lo que tuvo el canalla. Porque cuatro más tarde llegó el córner de Lovera, el cabezazo de Mallo y la aparición de Sández en el segundo palo para hacer explotar al Gigante. Hasta ahí un buen negocio, porque era empate y Fortaleza había perdido al autor de su gol (en su lugar ingreso Pikachu).
Pero de ahí en más Central empezó a dejar algunas cosas en claro, la primera, que cuando se lo proponía, podía. La segunda, que debía cuidarse de ese buen manejo, con precisión en velocidad por parte del equipo brasileño. Copetti comenzó a exigir cada vez más, volcándose por derecha, Lovera de a ratos se encendía y Jonatan Gómez acompañaba. Fue así como Lovera lo tuvo a los 8’, pero el remate se fue apenas ancho.
Igual, cada retroceso ameritaba mucha atención, sobre todo cuando Fortaleza aceleraba. Pedro Augusto le sacó chispas al travesaño de Broun (previo desvío en Quintana) y otra vez un llamado de atención, aunque Central siempre mostró predisposición al golpe por golpe. Y por ese ir incesante metió tres situaciones muy claras. Un centro de Copetti para Campaz que Brítez envió justo al córner, un cabezazo de Copetti (dio en la cabeza de Kuscevic) tras un centro de Mallo y, en ese córner, un cabezazo franco de Copetti que se fue apenas alto.
Aun con un Campaz un poco más participativo Central ya no pudo generar algo más con claridad, pero era era el trámite que proponía el Canalla, el del riesgo y atención en paralelo, pero sobre todo el de la convicción
El haber soltado las riendas del trámite en ese inicio del complemento fue lo peor que se le vio a Central, que tuvo que soportar dos envíos de pelota detenida que lo hicieron sufrir. Y fue la convicción lo que lo hizo emparejar nuevamente el juego. Porque de ahí en más fue el Canalla el que más buscó, aunque sin la claridad necesaria.
Campaz se encendía de a ratos, pero Lovera ya no era el mismo (por eso el ingreso de Malcorra) y así Copetti quedaba aislado, luchando contra todos. No fueron demasiadas las chances del Canalla, apenas un centro de Campaz en el que Copetti se pasó de largo, un cabezazo débil de Mallo, una arremetida de Ibarra en el final. En medio de la lucha permanente Central intentó ponerle algo de juego, pero la más clara, en el final, la tuvo de contra, cuando Giaccone alargó para Campaz y el colombiano no pudo asistir a Módica. Todo después de haber sellado el control absoluto sobre el fútbol de Fortaleza.
Central falló con la premisa básica en series de este tipo, sin poder viajar a Brasil con un triunfo en el bolsillo, pero al menos expuso con claridad que está para pelearla. Ahora deberá ir a Brasil a demostrar esto mismo y algo más.
Fuente: La Capital