El santafesino le llevaba un punto de ventaja al Brahbam del brasileño Nelson Piquet, y el lugar elegido para la definición fue el estacionamiento del hotel Caesars Park de Las Vegas donde Reutemann había conseguido la pole position. Es decir, sus chances para hacer historia eran inmejorables.
Sin embargo, las cuestiones ajenas a la pista pesaron, y mucho. Siempre se creyó que Lole no contaba con todo el apoyo de Williams, su escudería de aquel momento porque había desobedecido ordenes de su equipo durante una carrera en Brasil y eso no cayó para nada bien.
Sin embargo, ahora también se dio a conocer que fue la propia categoría la que conspiró contra él. Bernie Ecclestone, quien era dueño de Brahbam, principal equipo rival, hizo una cruda revelación.
“Después del primer día de practicas era obvio que los pilotos iban a tener problemas con todo el dolor de cuello y Carlos habló con el masajista que se encontraba en boxes. Yo fui a ver a esa persona y después de una discusión financiera, decidieron favorecer a Nelson”, expresó.
La carrera en la que Reutemann pudo ser campeón
En la definición de 1981, Carlos Reutemann llegaba con otros dos pilotos con chances matemáticas para ganar el título: el brasileño Nelson Piquet, a un punto, y el francés Jacques Laffite. El espectáculo estaba garantizado, aunque las dudas giraban en torno a un circuito nuevo e inusual: un estacionamiento de Las Vegas.
Hasta 1980, Nueva York había sido la sede del Gran Premio de Estados Unidos por dos décadas. Sin embargo, las instalaciones obsoletas de Watkins Glen International y las deudas económicas con la F1 lo sacaron del calendario y propiciaron el ingreso de Las Vegas.
Parecía ser el destino ideal para una definición de campeonato porque el glamour estaría garantizado en el Caesar’s Palace Grand Prix. Aunque lejos de los brillos estaba un trazado montado en el parking del hotel más emblemático de Sin City (la Ciudad del Pecado).
Si bien Las Vegas aún no era la de estos tiempos, ya era un reducto habitué para el boxeo y por allí había pasado la leyenda de Muhammad Ali. Pero armar un ring no era lo mismo que crear una pista y ésta estaba condicionada por el perímetro del Caesar’s Palace, por lo que la idea original de que el trazado midiera 4.136 metros y sumara 16 curvas no pudo concretarse.
Como resultado, los seis millones de dólares invertidos para su construcción entregaron un diseño plano y repetitivo con una forma de “M” torcida -como una serpiente enroscada- que no representaba la vigorosidad de la ciudad.
Carlos Reutemann era el líder del campeonato pese al favoritismo que Williams había mostrado públicamente por Alan Jones, y había llegado antes que el resto de los pilotos a Estados Unidos, aunque su periplo desde Cap Ferrat, donde fijó residencia durante su etapa en la Fórmula 1, incluyó tres aviones para conectar Niza-París, París-Chicago y Chicago-Las Vegas.
Faltaban ocho días para el último Gran Premio de la temporada 1981 cuando se subió a un Datsun y dio dos vueltas de reconocimiento al circuito montado en el parking del Caesar’s Palace. “Miro hacia atrás y veo que estuve medio año al frente del campeonato y ahora llego a esta carrera con solo un punto de ventaja. Esto es como no tener ninguno. Si al menos llevara dos, sería suficiente para especular. Pero con uno solo tengo que pensar en ganar, o salir delante de Piquet y Laffite, que es lo mismo. Ahora más que nunca lamento no haber triunfado en Mónaco y España, dos carreras que siempre se me han presentado favorables. Con algunos de esos puntos, hubiera sido otra la historia”, le dijo el Lole a Clarín.
El 16 de octubre, Reutemann marcaba el mejor tiempo en el último Gran Premio de la temporada 1981 de la Fórmula 1. Aunque no había sido tan rápido como en la primera sesión clasificatoria del jueves, ese viernes se quedaba con la pole.
La jornada no terminaría bien, sin embargo. A bordo del muleto -el Williams con chasis 12, su preferido-, el Lole tuvo un roce con Piquet en los entrenamientos. “Yo salía de una curva muy fuerte, me encuentro de golpe con el Brabham y sin tiempo para desviarme, lo toqué y se dobló la parrilla delantera. El auto fue reparado inmediatamente, pero cuando vuelvo a salir advierto que ese auto no era la máquina obediente que yo tenía el jueves. No era el auto que me había hecho agradable la conducción. Contra mi idea original, no me quedó más remedio que hacerme cargo del 17, que no me gustaba nada”, reconoció el santafesino en el libro “Los días de Reutemann” (Alfredo Parga / 1998).
No estaba equivocado. El día posterior a perder el título por un punto, al culminar octavo el GP de Las Vegas, tres por detrás de Piquet, Reutemann escribió en Clarín una columna titulada “Por qué perdí el título”. Allí, contó que había usado el chasis 17 y que “personalmente tenía pensado correr con el 12, que era con el que había hecho el tiempo el jueves”. “Pero la gente del equipo me indicó que era preferible hacerlo con el 17 porque era un chasis nuevo y además el 12 tenía muchos kilómetros encima”, precisó.
También describió que “al ir para la largada”, notó “el primer síntoma desfavorable: la caja de velocidades estaba bastante dura”. “Mi largada no fue buena. No era para mí una largada más. Había muchas expectativas y era bastante lo que estaba en juego. Quedé tercero y poco después me superó Prost. Con el transcurrir de las vueltas siguientes, el rendimiento del coche fue decreciendo, y los problemas aumentando. Uno de los principales fue el de la caja de velocidades. Fue terrible. Por cada vuelta erraba tres o cuatro cambios. Una barbaridad, que no me permitía andar a la velocidad que era necesaria para sostener el ritmo de Laffite, Piquet y Andretti”, relató.
Pero no fue el único problema. “También las espirales, más duras que en el auto de Jones, me ocasionaron muchos inconvenientes -reconoció-. Tenía que entrar levantando el pie en todos los virajes en esa dirección porque no había equilibrio entre el tren trasero y el delantero. Y esto resulto fatal en un circuito como Las Vegas, que tiene las curvas más importantes hacia la izquierda. Así que no hubo más nada que hacer. Con mucho esfuerzo me mantuve en la pista, esperando que Piquet se quedara. Pero no fue así”.
“Sé que, a muchos, ante el aplastante triunfo de Jones, les quedará la duda sobre las diferencias de atención que existieron entre los dos. Y bueno, quiero aclarar bien el tema. El equipo evidentemente trabajó todo el año para Jones. No lo digo ahora por este resultado, sino que ya lo había manifestado anteriormente. El contrato estaba así: él era el uno y yo el número dos. Y aquí no cambió. El trato que me dispensaron fue exactamente el mismo que durante la temporada. Y para muestra les cito este ejemplo. El jueves después de lograr el mejor tiempo en la clasificación estuve veinte minutos en el caravan del equipo sin que nadie me preguntase nada. Comprendí entonces que no tenía más sentido quedarme ahi. Agarré el bolso y me fui”, relató.
Lole no ocultó su malestar con Frank Williams, tampoco. “A veces tuve que jugar al truco con el cuatro de copas. Pero todo esto ya es pasado. Lo real es que hubo alguien que ganó, Piquet, y otro que perdió, que fui yo. Lo demás no importa. Es el resultado lo que queda en la historia. Y ese resultado dice que Piquet es el campeón. Parece increíble. Aquel muchachito que en 1974 en Brasilia me ayudó a limpiar las llantas, ahora me gana el campeonato mundial. Qué curioso, ¿no?”, reflexionó.
“Personalmente estoy tranquilo, porque sé que desde el primer día puse todo mi esfuerzo y dedicación para lograr el título. Y pese a que hace 15 años que estoy en el automovilismo no me siento cansado. Ese título de campeón, que como nunca estuvo tan cerca mío, quizá ya no tenga otra oportunidad para lograrlo. Pero nada es definitivo. Sobre mi futuro hablaré más adelante, cuando lo haya reflexionado bien”, remató.
Entonces, solo tenía en claro que, si Jones se arrepentía y continuaba en Williams, el que se iría sería él. Finalmente, con el australiano retirado, Reutemann siguió, pero solo hasta el 21 de marzo del año siguiente, cuando anunció su retiro tras apenas dos carreras disputadas de la temporada 1982.
Lole falleció en julio de 2021, a los 79 años, en una clínica de Santa Fe tras una serie de complicaciones en su salud que le generó un cáncer de hígado. Ese día, el mundo del automovilismo se tomó un instante para despedir a una leyenda del mundo motor, que trascendió fronteras y forma parte del selecto grupo de leyendas del deporte argentino.
Fuente: Clarin