En una entrevista con Gastón Pauls para el programa Seres Libres, el productor de televisión e hijo de Gerardo Sofovich contó cómo trabaja diariamente en su recuperación
El productor de televisión Gustavo Sofovich, hijo del recordado Gerardo Sofovich, habló acerca de su adicción a las drogas y al juego, cómo afectaron en su vida y en el vínculo con su padre, pero también contó cómo trabaja todos los días en su recuperación. Esta vez, fue en una entrevista con Gastón Pauls para el programa Seres Libres (Crónica TV), el único de la televisión argentina que habla de manera directa sobre las adicciones: a las drogas, al alcohol, a los medicamentos, al juego, al sexo y a la comida, entre otras.
“Mi viejo era un todopoderoso: en la vida, económicamente, exitoso. Y lo único que no podía manejar era mi adicción a las drogas, lo que le causó mucho mucho dolor. Hasta que se abrió de recibir tanto dolor. Por más que yo después me enteraba de que me cuidaba permanentemente, ese hombre no quería recibir más dolor. Gerardo me dio todo. Él lo hizo tratando de hacer el bien, pero hoy sé que se equivocó: facilitándome guita, negocios… no sabía que hacer para que yo parara”, contó Gustavo sobre el vínculo con su padre.
“Cuando me abrió la puerta de su casa, se sentó en la mesa del living y me dijo: ‘Tenés dos paquetes de cigarrillos, la SUBE cargada y 50 mangos. En cuanto me cruzás y me tocás algo, te vas a la calle otra vez’. Y creo que fue lo mejor que hizo en su vida. Lo tengo claro: Gerardo me ayudó a cambiar la vida, me devolvió la dignidad de querer vivir otra vez. Se fue un 8 de marzo, 9 días antes de que yo cumpliera un año limpio”, recordó Gustavo sobre cómo fue su camino hacia la recuperación.
El productor aseguró: “La droga me hizo perder 30 años de mi vida. Si bien dentro de esos 30 años generé mucho y no me arrepiento de lo que pasé, porque solamente puedo mirar para adelante, la droga destruyó gran parte de la vida, lo que podrían haber sido hermosas memorias con mis hijos. Tengo una linda vida profesional, yo me enamoré de mi mismo, hoy. Si bien me siento exitoso, la droga me quitó muchísimo”.
A la hora de describir cómo era su vida cuando estaba sumida en la adicción, la comparó con la introducción de una famosa serie. “¿Viste el cielo de House of Cards? Que es sol, la oscuridad, sol, noche… mi vida pasó así con la droga, viendo el sol y la noche, todo junto: en una milésima de segundo me pasaban semanas, años, meses y la vida… Hasta que logré salir de ese infierno”.
Pauls le preguntó si pudo detectar el momento en el que tocó fondo. Y Gustavo respondió: “En realidad, tuve una acumulación de fondos, de cosas, de infiernos. No hubo un infierno que toqué y que me haya hecho decir: ‘Se acabó’. Porque el ‘se acabó’, dentro de mi vida, lo dije muchas veces. Hay infiernos nuevos: hace un año y medio tuve un infarto, producto de un stent que se me tapó. No me imagino lo que debe ser drogarse siendo cardíaco, es un infierno que no quiero conocer, creo que es peor que todos los que tuve”.
Pese a esta consideración, Gustavo describió con claridad un momento en el que sintió que debía cambiar. “Yo siempre viví en lugares muy muy grandes y el último fue un año en un departamento de papá, de un ambiente, que tenía tres ascensores al lado, que subían y bajaban desde las 6 de la mañana hasta las 12 de la noche”, dijo. Y agregó: “Estaban construyendo una obra enfrente, en un año vi levantar 8 pisos y a las 7 de la mañana empezaban a taladrar, bajaban los escombros. A las 4 y medio aparecían los ‘pájaros fisura’, así llamaba yo a los pájaros. Cuando empezaba todo eso, prendía la televisión, abría la ventana. En un momento me molestaba la televisión, me molestaba tener abierta la ventana. Y a las 12 de la noche, cuando se calmaba todo, y yo hacía tanto ruido con mi ser, que me molestaba mi propio ruido. Entonces me di cuenta de que la vida se había tornado insostenible. Ya no había nada. Vivir, nada… ni respirar, porque me generaba ruido… la vida misma se había transformado en un infierno”.
A la hora de describir lo que representan las adicciones, ya que según el mismo Gustavo reconoció fue adicto tanto a las drogas como por el juego, dijo: “Sufre el tipo que se juega todo el sueldo a la quiniela, con el que tienen que comer sus hijos. O el que juega mucho y tiene que vender el coche. El juego y la droga no distinguen ni poco, ni mucho, ni clases sociales, ni religión, ni blanco, ni negro. Se lleva todo puesto igual, es una marabunta. Por el juego terminé llorando”.
Luego, el productor indicó que la recuperación había sido “todo”, para él. “Yo no tendría la vida que tengo si no estuviera en recuperación. Estoy en permanente recuperación, es para siempre. Si yo no trabajo y cuido mi recuperación, mi vida se acaba hoy, en un segundo, con todo lo hermoso que me rodea. Yo recaí hace tres años. Hoy tengo claro que si yo le abro la puerta a Tyson, me caga a trompadas y a los 53 años no me levanto nunca más”.
Por último, y hablándole a Pauls, Gustavo dejó un contundente mensaje para la audiencia del programa: “La cocaína es un infierno. El juego es un infierno. Si alguien tiene la suerte de ver esta nota, con una persona que salga de este infierno, vos y yo ya ganamos”.