Este domingo se realizó la 51° entrega de los Martín Fierro, los galardones tuvieron a un reality como Gran Hermano arrasando en categorías como mejor dirección, conducción, reality, y producción integral (el camino a la inevitable estatuilla dorada); y al drama, también de Telefe, El primero de nosotros, como exponente de contenido de ficción en la televisión abierta, toda una rareza en el panorama actual.
Con Santiago del Moro como conductor de una entrega que duró poco más de cuatro horas, repasamos el recorrido sinuoso que atravesó esa velada hasta la entrega de su premio mayor, carente de cualquier cuota de suspenso, un final inevitable para una noche que pudo habar ganado en contundencia.
*LO MEJOR
Natalia Oreiro lideró con sobriedad el segmento In Memoriam
Cuando los Martín Fierro, desde su organización, aplicaron la regla “menos es más”, pudieron demostrar el porqué de su vigencia, el motivo por el que todavía, como los números de rating y las impresiones en redes lo indican, continúan siendo los premios que todo el mundo quiere debatir y cuyos nominados quieren tener en sus manos. Para que ese interés no vaya mermando, es necesario aggiornarse, apuntar a segmentos en los que los discursos no contrarresten el objetivo buscado. Un ejemplo de cómo esto pudo lograrse lo hallamos en el tramo dedicado a las figuras del mundo del espectáculo que partieron, el In Memoriam que siempre marca un momento bisagra de la entrega.
Sin embargo, en esta oportunidad, se sintió mucho más depurado, mucho más ascético que en otras ocasiones, con una puesta en escena sobria en la que un video con palabras de Pinky le marcaban el camino a Natalia Oreiro. La actriz y cantante interpretó una versión muy dulce, casi como un susurro, de “No es mi despedida” de Gilda, y quien había reconocido minutos antes sus nervios inevitables al tener que liderar un instante en el que no debería haber margen de error.
Con un vestido negro, el cabello recogido, su voz y las imágenes de estrellas que iban apareciendo detrás suyo, el resultado fue una viñeta que no necesitó de grandes palabras, más que las de algunos de los artistas fallecidos -y la letra de Juan Carlos Giménez y Myriam Alejandra Bianchi- para conmover.
El homenaje a Antonio Gasalla, un momento de quiebre
Sobre el final de la ceremonia, y con muchos homenajes realizados previamente, apareció Marcelo Polino sobre el escenario para presentar el tributo a su gran amigo Antonio Gasalla. Luego de un video que repasaba los trabajos más destacados del actor y comediante, Susana Giménez aceptó el premio a la trayectoria en nombre del protagonista de Más respeto que soy tu madre y, a contramano de otros pasajes en los que se celebraba el trabajo de otras figuras de los medios, se produjo un silencio cuando Giménez se quebró una vez comenzado su discurso, dirigido a quien la acompañó en su ciclo con personajes como los de “La abuela” y “La empleada pública”.
La diva se mostró dolida por la ausencia de una figura tan influyente en el espectáculo argentino, tanto así que miró a cámara, con lágrimas en los ojos, como intentando llegar a Gasalla. Por un instante, el concepto de lo efímero pareció sobrevolar la entrega, con las palabras de Giménez como una coda: “Nadie te va a olvidar en tu vida nunca más, te quiero, Antonio, No sé si estarás viendo esto, pero quiero que lo sepas, las energías llegan”, expresó Susana en un tributo en el que tampoco fue necesario decir mucho para generar conexión con la audiencia, empatía y reconocimiento por el artista homenajeado.
*LO PEOR
Si bien es innegable que los premios Martín Fierro tienen una amplia cantidad de ternas por cubrir (36, para ser más precisos) y que eso consume gran parte del tiempo de la ceremonia, al estar sujeto a ese número de categorías y para no perder dinamismo, se vuelve imperativo que los segmentos adicionales carezcan de arbietrariedad y que, de lo posible, sean sucintos pero correctos, como el citado In Memoriam. Aunque hay muchos factores que escapan del control del conductor, desde los discursos extensos a las pautas comerciales que son necesarias para poner a andar la maquinaria, hubo tramos de la ceremonia en los que la entrega de los galardones de Aptra parecía que se estaba repitiendo a sí misma, dejando una sensación de déjà vu.
El homenaje a Susana Giménez, figura indiscutida de la TV, derivó en una charla descontracturada con Mirtha Legrand, un intercambio divertido entre las divas, pero que perdió algo de fuerza cuando el televidente ya pudo atestiguar conversaciones similares en otras entregas. Asimismo, el tributo a los 60 años de Polémica en el bar, el reconocimiento al seleccionado argentino, y los premios ex aequo entregados por primera vez (con una explicación correspondiente) se incluyeron entre categorías que no tenían relación alguna con esos reconocimientos y que no terminaron de fluir, más allá de las buenas intenciones.
El mundo del espectáculo, fuera del radar de Aptra
Tanto el presidente de Aptra, Luis Ventura, como muchos de los votantes de la asociación, ya explicaron en reiteradas oportunidades que la categoría mejor programa de espectáculos no está en sintonía con los intereses de los votantes, quienes sentían que se estaban dando palmadas a sí mismos en la espalda, un actitud autocomplaciente que prefirieron evitar todos estos años. De todos modos, se está volviendo cada vez más difícil de ignorar al elefante en la habitación, a ciclos, por mencionar algunos ejemplos, como LAM, Intrusos, Socios del espectáculo y A la tarde (que fue nominado por ser considerado un magazine, si bien la línea es difusa), que marcan agenda e incluso alimentan otros formatos, como el caso de los noticieros.
En el caso de LAM, particularmente, fue nominado su conductor, Ángel de Brito, el primero en ser ternado por un programa de espectáculos en la historia de la asociación, y su panelista estrella, Yanina Latorre. Aunque el tono del programa pueda gustar más o menos (a fin de cuentas, siempre está la posibilidad de cambiar de canal), el envío que ahora se ve por la pantalla de América ha destapado escándalos que llegaron a ser debatidos en informativos. Esa omisión también se extiende a los cronistas y movileros de los mencionados programas, que logran cosechar textuales de grandes figuras en relación a tópicos que exceden lo “frívolo” y que se replican en otros ciclos.
Aún así, quienes consiguen esas citas tampocos son considerados al momento de votar. En una ceremonia en la que el reality más famoso del mundo -uno que también alimentó el mundo del gossip, basta repasar la cantidad de veces que Del Moro aludió a la presencia en la entrega de Marcos Ginocchio y Julieta Poggio para comprobarlo- se alzó con el Martín Fierro de Oro, la decisión de tapar el sol con la mano con los programas de espectáculos ya resulta disonante y, si se quiere, un tanto demodé.
Fuente: La Nación