Ninguna de las dos opciones parecen ser buenas para sus intereses. “Si se contiene y le pide a Hezbolláh no intervenir para impedir la destrucción de un miembro de su eje”, como Hamas, “perderá credibilidad. Pero si alienta a la milicia chíita libanesa y a otros socios regionales, le concederá una oportunidad a Israel, respaldado o asistido directamente por Estados Unidos, para disminuir significativamente las capacidades de Hezbollah”, dijo a TN el director del proyecto Irán del Crisis Group, Ali Vaez.
Por ahora, el gobierno de Ebrahim Raisi prefirió mantenerse en la trinchera de las amenazas y calibrar los ataques de sus socios para evitar contraataques contundentes que lo obliguen a involucrarse en forma directa en el conflicto.
“Los crímenes del régimen sionista han cruzado las líneas rojas, y esto puede obligar a todos a tomar medidas”, escribió Raisi en X, la antigua Twitter. Además, le mandó un mensaje a la Casa Blanca. “Washington nos pide que no hagamos nada, pero siguen brindando un amplio apoyo a Israel”.
Los escenarios que se le abren a Irán tras el comienzo de la ofensiva terrestre israelí en Gaza
Irán es el principal sostén de Hamas, el grupo islámico palestino que gobierna de facto la Franja de Gaza y que el 7 de octubre lanzó un brutal ataque en el sur de Israel que causó la muerte de 1400 civiles, decenas de ellos bebés y niños. Además, Hamas secuestró a más de 200 personas, que fueron llevadas a Gaza, de las cuales 21 son argentinas.
Pero también financia y entrena a las milicias libanesas del Hezbolláh, responsables del atentado terrorista a la AMIA y que vienen lanzado ataques en forma sistemática hacia el norte de Israel, aunque de manera limitada.
Sin embargo, Hezbolláh no es la única pieza en el tablero regional iraní. También respalda con armas, fondos y formación militar a las milicias chiítas hutíes que controlan vastas zonas de Yemen, así como a los combatientes chiítas de Irak y Siria.
Estos grupos, que dependen de la ayuda de Teherán para mantener su poder de fuego, esperan una orden para sumarse al combate. De hecho, las milicias hutíes y las iraquíes vienen lanzando misiles hacia Israel (interceptados por sistemas de defensa estadounidenses en el área) y sobre bases sirias con presencia norteamericana en las últimas semanas.
Los bombardeos israelíes aumentan la ira de las milicias aliadas de Irán en la región. En Gaza ya murieron más de 8000 personas, la mitad menores de edad. El sábado, el ejército israelí comenzó una ofensiva terrestre sobre Gaza, lo que llevó a Irán a lanzar nuevas amenazas a Israel y Estados Unidos.
Para Ali Vaez, si Irán pisa el freno y decide evitar un ataque frontal de Hezbollah en el norte de Israel “corre el riesgo de perder prestigio” entre sus socios. Son milicias muy bien armadas y entrenadas que han demostrado su poder en la guerra civil de Siria junto a las tropas leales al presidente Bashar al Assad.
Pero si opta por ordenar una ofensiva total sobre Israel, “corre el riesgo de perder un brazo” militar como Hezbollah, en caso de que las fuerzas israelíes, apoyadas por Washington, logren diezmar a la milicia libanesa. “Irán necesita las capacidades de disuasión de su influencia regional como escudo contra posibles acciones contra su propio territorio, especialmente dada la ausencia de cualquier perspectiva viable para un acuerdo diplomático sobre su programa nuclear, que está operando a niveles alarmantemente avanzados”, alertó el experto.
Tercera opción: ataques calibrados contra Israel para evitar una regionalización de la guerra
En ese difícil panorama, una estrategia posible que se maneja en Teherán es diagramar ataques medidos que no crucen la línea que obligue al estallido de una guerra regional. Según Vaez, “Irán podría intentar cuadrar este círculo permitiendo que sus aliados intensifiquen sus ataques contra Israel y Estados Unidos de manera calibrada. Pero los riesgos de errores de cálculo y de que las tensiones se salgan de control serán significativos”, alertó.
Esta tercera opción puede salirse fácilmente de las manos. “Además de lo que Teherán puede controlar, también existe la peligrosa posibilidad de que algunos de sus socios regionales, con vínculos más laxos o con un historial de ignorar los consejos iraníes, participen en acciones descoordinadas que pongan a Teherán frente a un hecho consumado”, advirtió el experto en política iraní.
“Durante casi cuatro décadas, la avanzada política de defensa de Irán ha protegido su propio territorio contra ataques extranjeros. El conflicto en Gaza está poniendo a prueba los límites de esa política de una manera sin precedentes”, afirmó.
Para Jairo Lugo-Ocando, decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sharjah en los Emiratos Árabes Unidos, Irán no se involucrará directamente en la guerra. “Usará a Hamas y Hezbollah”, dijo.
En diálogo con TN, Lugo-Ocando aseguró que “Irán no opera monolíticamente. Cada facción dentro del gobierno tiene su propia agenda. La Guardia Revolucionaria, por ejemplo, busca vengar la muerte de quien fue su líder”, el general Qassem Soleimani, muerto en un ataque atribuido a Estados Unidos en 2020.
“Otros grupos desean acelerar la producción de uranio (para avanzar en sus planes nucleares). Solo un segmento pequeño del régimen busca la normalización de las relaciones con Estados Unidos”, concluyó.
Fuente: TN