En el primer bimestre acumula un 8,8%, mientras que en el año alcanzó un 52,3%; el Presidente afirmó que prepara medidas para contener los precios y que “la guerra” empieza el viernes; Economía espera un cuatrimestre difícil
El Gobierno hace sonar las alarmas mientras ensaya justificaciones. Fideicomisos con subsidios cruzados, congelamientos, acuerdos con la industria, o retenciones para afrontar el karma de la inflación importada. Pero la inflación argentina mantiene su elevada inercia mensual desde hace meses atrás a pesar de que el oficialismo pisó el tipo de cambio y congeló las tarifas durante 2021. En ese marco, impulsada por los alimentos, la suba de precios de febrero fue de 4,7%.
El Indec informó esta tarde el índice de precios al consumidor (IPC) del mes pasado, un período que estacionalmente suele ser moderado. El Gobierno ya anticipó que espera un cuatrimestre de alta inflación, por lo que se prevé que en marzo los precios piquen en punta. La suba acumulada en el primer bimestre ya es de 8,8%, mientras que el dato interanual fue de 52,3%. Una de los principales aumentos -por su peso en la ponderación del indicador oficial- fue para el rubro de Alimentos y bebidas (7,5%). En tanto, la inflación núcleo, que elimina precios regulados y estacionales, avanzó un 4,5% en el mes.
“El viernes [dando por hecho que el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional ya habría sido tratado en el Senado] va a comenzar la guerra contra la inflación y los especuladores”, afirmó hoy el presidente Alberto Fernández, justificando su tardanza en lograr mostrar un plan económico en el cierre de la renegociación de la deuda con el organismo y volviendo a tratar de delegar el problema de la inflación al sector privado y no a las expectativas que genera su propia administración.
Los analistas privados esperaban una inflación para el mes pasado cercana al 4%. De hecho, el último Relevamiento de Expectativas de Mercados (REM) que elabora el Banco Central (BCRA) estimaba un 3,9%. Los argentinos vienen además de atravesar subas importantes en enero (3,9%) y en diciembre (3,8%). Para el año, esperan un 55%. El acuerdo cerrado por Martín Guzmán con el FMI tiene como previsión entre 38% y 48%, menos que los privados, pero más de lo que estimaba el ministro de Economía en el proyecto de presupuesto 2022 que naufragó en el Congreso (un 33%).
En las últimas horas, el Gobierno decidió cerrar las exportaciones de la harina y el aceite de soja. Son productos que prácticamente no se consumen en el país, por lo que no generan un “desacople” entre precios internacionales y locales. Es más devalúan el discurso oficial de que es preciso mantener un diferencial impositivo con las materias primas (trigo, maíz y soja) para fomentar la venta al exterior de valor agregado para conseguir más dólares. Las versiones indican que el oficialismo utilizaría lo recaudado por esas retenciones para crear un fondo del pan y subsidiar su precio.
Tanto Guzmán como el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, habían negado la posibilidad de subir retenciones. Sin embargo, una vez conocido el cierre de las exportaciones, Guzmán lo relativizó ayer en el Senado. Referentes del kirchnerismo más duro, como Leopoldo Moreau como el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, habían reclamado o sugerido la necesidad de implementar “retenciones móviles” al trigo, maíz, girasol y a la carne.
Cerca del ministro de Economía, ya dejaron entrever el fin de semana que el primer cuatrimestre será de una elevada inflación y culparon de ello, no al desequilibrio macroeconómico local, sino al conflicto bélico en el Este de Europa. “La guerra ya está en la Argentina”, afirmó a este medio una fuente que circula por los despachos del quinto piso del Palacio de Hacienda. “La ves en los precios del trigo, el maíz y el girasol. Esto implica precios más altos. Salen más caros el pollo, los huevos, el aceite y todo en la panadería”, agregó, y citó también el valor del gas natural licuado (GNL).
“Es un valor más alto que el que esperábamos. Aún cuando uno lo mira relativo a la aceleración de la inflación en el resto del mundo”, afirmó a LA NACION Guido Lorenzo, director de la consultora LCG.
“Marzo, con el aumento de combustibles y nuestras mediciones, no vemos una desaceleración. Nuestra estimación subió de 55 a 60% para el año, por ahora, a la espera de ver cómo evoluciona el conflicto en Europa”, agregó.