Es mediodía de invierno en el Complejo Carl Diem del primer piso del CeNARD, el Seleccionado argentino de voleibol acaba de terminar su último entrenamiento antes de viajar primero a Italia y luego a París, y el capitán resopla mientras se frota sus frías y grandes manos delante de un par de aparatos conectados a la electricidad que despiden bocanadas de aire para calentar el ambiente.
Envolviéndose lentamente en su campera oficial de la FeVA (Federación Del Voleibol Argentino), con el cuidado de quien toca un tesoro, entonces se acerca y extiende para saludar y preguntarle a GENTE con su típico tono campechano de pocas palabras, pero mucho respeto: “¿Y dónde quieren que hagamos las fotos y las notas, muchachos?”.
Ante la respuesta, avanza hacia el fondo extendido por el fotógrafo, al tiempo que sus compañeros de equipo lo siguen de manera natural, entre risas, chistes y comentarios relajados. “¿Acá?”, nos pregunta él. Y ahí todos se detendrán.
Algo tiene De Cecco, abanderado argentino de los Juegos Olímpicos París 2024 junto a la “leona” Rocío Sánchez Moccia…
–Gaby Sabatini, Emanuel Ginóbili, Lucha Aimar, Luis Scola… ¿Le sorprendió o no ser elegido abanderado de la delegación argentina?
-Sí (sonríe), me sorprendió y mucho. Nunca hubo un abanderado voleibolista, y en lo personal no creo ni estar cerca de ellos a nivel nombre o desde el conocimiento de la actividad que represento: el vóley es un nicho muy chiquito que nunca va a explotar como han explotado el básquet, las Leonas, el fútbol y otros deportes más populares.
–Recréenos, por favor, el momento en el que se enteró…
–Uy, muy feo (resopla). Dormía la siesta… Habíamos llegado de Europa por la mañana. Hubo un paro de Intercargo y nos quedamos como hasta las 11 AM en Ezeiza. Estaba por partir a Santa Fe, mi provincia, y me avisaron que debía permanecer en Buenos Aires para asistir a un evento. Obviamente puteé en setecientos millones de colores, porque quería a ver a mi mamá. Acababa de hacer un trámite en el consulado italiano, almorcé, me tiré a dormir (me costó un poco porque estaba muerto de frío), me levanté y pronto vi que tenía el celular explotado de notificaciones. ¡Ahí empezaron las 48 horas más movidas de mi últimos años!
–¿Pensó “algo bueno habré hecho”?
–En realidad yo creo que es un conjunto de cosas que suceden por algo que uno hace día a día. Aquellos que fueron abanderados y los mencionados para serlo se han destacado en su disciplina y también fuera del deporte. Esto es un broche al deportista y a la persona en sí, que persigue un sueño olímpico.
“Las veces que participé en otras ceremonias olímpicas estaba en el fondo de la fila”
“Los Juegos Olímpicos son el punto focal del deporte amateur y no amateur (porque, para el caso, el vóley es amateur en Argentina y afuera no)”, entiende el geminiano nacido un 2 de junio de 1988. “El lugar en el que se reúne la comunidad de diferentes disciplinas y al que no llegan todos. Muchos los van a mirar sólo por la tele o a través de los diarios y las redes sociales. Entonces nuestra responsabilidad se multiplica, ya que nosotros representamos a los que vamos y también a los que nunca van a ir”, añade quien en la actualidad integra además el plantel del equipo italiano Pallavolo Modena.
–¿Qué imagina va a sentir cuando presente a nuestra comitiva luciendo adelante de todos la bandera nacional?
–No tengo ni idea, porque nunca lo viví y las veces que participé en otras ceremonias olímpicas estaba en el fondo de la fila. Así que no sé cómo va a ser. Seguramente me sorprenderá desde el primer al último momento.
–¿Los colores argentinos pesan más en los JJ.OO que en cualquier otra competencia?
–Llevar la camiseta de Argentina en cualquier torneo siempre es importante, porque, como dije antes, no sólo nos representamos nosotros mismos, sino a los que nunca van a ir y a todos los que hinchan por nuestros colores y van a alentarnos desde sus casas.
–¿Cuáles resultan los momentos más intensos en una olimpiada? ¿En qué momentos le tiemblan las piernas? ¿Al pisar la villa, a la hora de los himnos?
–La piel de gallina se te pone en el Himno. Creo que cuando suene esta vez me va a pasar lo mismo. Pero a la vez en cada competencia que presenciamos de nuestro deporte u otro, los argentinos nos abrazamos y cantamos todos juntos. En lo personal, voy con el objetivo común de hacer todo lo que esté mal alcance. Sin embargo, en el vóley lo importante es demostrar sobre el 9X9 (las dimensiones de cada campo de la cancha). Ojalá dejemos a Argentina en lo más alto posible.
“Tengo mi medalla de bronce en Italia, guardada en un depósito”
El gran capitán, que hace dieciocho años forma parte de nuestro combinado mayor y participó en tres Juegos Olímpicos (Londres, Río de Janeiro y Tokio), cuenta que conserva dos recuerdos especiales de sus participaciones. “El recuerdo exitista me habla de la medalla de bronce lograda hace cuatro años; y el recuerdo personal, el de 2012, me transporta a mi primera vez en una olimpiada, cuando descubrí un mundo nuevo que me sorprendió. Aparte venía del golpe duro de no haber entrado a Pekín 2008. Cosas del deporte. Pero bueno, el primer juego olímpico, el primer Mundial, tienen su mística y te quedan registrados para siempre”.
–¿Qué deportista se cruzó en la villa y lo dejó impactado?
–A muchos. Pasa que soy cero cholulo y no me gusta molestar. Entonces los veo, guardo un recuerdo, la memoria visual de todos, Roger Federer, Usain Bolt, Michael Phelps, los jugadores de la NBA, los hermanos Gasol, un montón, pero no tengo fotos con ninguno.
–¿Y cuando la gente le solicita autógrafos y fotos a usted?
–Tampoco pasa muy seguido, y cuando sucede no tengo problema.
–Si le pidiéramos el nombre de uno o dos atletas olímpicos de toda la historia, ¿a quiénes mencionaría?
–A mí me impactan mucho los del deporte individual. Por su esfuerzo, su empuje. Es uno contra el mundo. Las suyas suelen ser historias de sacrificio y de pasión. Cualquier deportista individual inspira a los que ponemos todo el servicio de un grupo para lograr un objetivo común. De Argentina pronto me viene a la mente Pau Pareto. Pero podría nombrarte a muchos otros deportistas individuales que quizá no hayan ganado medallas ni sean tan conocidos, aunque sí son importantes para nosotros por su ejemplo de automotivación.
–¿Dónde conserva la medalla de bronce que ganó en Tokio, un hito histórico junto con la de Seúl 1988, obtenida por la anterior generación?
–En Italia, en un depósito de algún lado, porque me mudé. Nunca la saqué de su cajita: está en la misma donde la llevé.
–¿No la abre, no la saca, no la mira?
–No, ya está, ya pasó. Quedará en el recuerdo, para cuando no juegue más o se la tenga que mostrar a alguien para contarle que una vez en mi vida fui medallista.
“Hay que competir para dejar al Seleccionado en lo más alto posible”
“¿Cómo estamos para París 2024? Ahí”, responde el hijo de Graciela y Ricardo. Y avanza con su análisis: “Hay muchas cosas para mejorar. Debemos entrenar fuerte y poner lo que cada uno tiene al servicio del equipo para que Argentina llegue a lo más alto. Necesitamos desplegar un juego mucho mejor que el que mostramos en la Volleyball Nations League (Liga de Naciones de Voleibol), que acaba de clasificarnos. Si no lo hacemos, nos va a alcanzar para pasar el grupo”, subraya convencido Lucho o Lucio, tal sus apodos.
–¿Con qué resultado o puesto hoy siente que volvería feliz de París?
–Voy a volver feliz igual porque se trata de mi última olimpiada y la voy a vivir como tal. A la hora de las comparaciones, y sí, todos quieren que defendamos una medalla que nadie en su momento pensó que podríamos haber ganado. Seguramente tenemos ese foco atrás, pero debemos competir contra los mejores. Hay muchos que se reforzaron y muchos que son mejores que nosotros. Así que debemos competir al máximo. El campo dictará qué merecimos y que no y el resultado demostrará lo que fuimos.
–Asegura que es su “última olimpiada”: Messi llegaría a su próximo Mundial (México/Estados Unidos/Canadá 2026) casi con la edad que sumaría usted en los siguientes Juegos Olímpicos: unos 40 años… ¿No se ve en Los Ángeles 2028?
–Noooo. No se dan las condiciones y no ya no tengo más ganas de decir sufriendo en un lugar donde somos poco, entre comillas, “queridos”, y debemos hacer todo a pulmón. Necesito tiempo para mí y para mi persona. Le dediqué más de media vida a esta Selección. Me llevo un montón de recuerdos, de cosas increíbles, pero no sé si me da volver a estar de vuelta acá dentro de cuatro años en las mismas condiciones… Aunque ahora, perdoname, hay que pensar en Paris 2024. ¡Sólo en eso!
Sí, sí, algo tiene Luiciano De Cecco, abanderado argentino de los Juegos Olímpicos París 2024 junto a la “leona” Rocío Sánchez Moccia: alma y corazón de líder.
Fuente: Revista Gente