Este lunes 13, la ciudad de Santa Fe -o mejor, el municipio capitalino- tendrá su prueba de fuego y su día “T”. Los “trapitos” deberán ser controlados y retirados de las calles de la ciudad para que no ejerzan esa labor informal, ya que comenzará a regir la prohibición aprobada por el Concejo, a pedido del Ejecutivo, sobre esta actividad en la vía pública, al igual que el lavado de autos.
Según pudo saber El Litoral de altas fuentes de la secretaría de Seguridad Ciudadana, para el operativo se contará con tres camionetas de la GSI más los binomios policiales, inspectores de tránsito municipales y agentes de control. También habrá patrullaje propio de la Policía provincial.
La policía deberá intervenir siempre y cuando sea notificada por un inspector de tránsito o un agente de control.La policía deberá intervenir siempre y cuando sea notificada por un inspector de tránsito o un agente de control. Crédito:
“Cómo primera medida y en esta primera etapa el despliegue se va a desarrollar en el macrocentro; lo mantendremos en el horario del estacionamiento medido y también por la noche. La idea es mantener un servicio a demanda, independientemente de la zona y el horario, ya que cuidacoches hay en toda la ciudad”, indicaron las fuentes consultadas que pidieron estricto off.
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“Debe quedar claro que esto está coordinado con Seguridad Pública de la provincia en el marco de un trabajo conjunto. Ordenar esta actividad como otras no es sencillo, no es de un día para el otro, será progresivo…”, adujeron.
El foco
El foco estará puesto, primero, en el macrocentro y particularmente en la zona donde rige el Sistema de Estacionamiento Ordenado Municipal (SEOM) que, dicho sea de paso, este lunes también debutará con las nuevas tarifas y áreas. Esto será para evitar la ya famosa “doble imposición” (el pago de los minutos medidos y del cuidacoches), expresión tantas veces repetida de boca de funcionarios municipales.
En la tarea de controlar que no haya cuidacoches en la vía pública, se sabe que hay un protocolo de actuación, que básicamente consta de tres pasos: uno, el inspector municipal estará con el binomio policial. El agente municipal, que no tiene poder de policía, se acercará al cuidacoches y lo instará a que se retire del lugar (porque está prohibido cuidar coches).
Dos: si el cuidacoches se resiste a abandonar su lugar, podrá intervenir el efectivo policial, para exhortarlo nuevamente a que desista en su posición. Pero (tres) como se trabajará también con la Policía, si la situación no se modifica y el cuidacoches se sigue negando a irse, éste podría ser detenido y retirado por las fuerzas del orden público, dado que estará infringiendo La Ley de Faltas y Convivencia provincial.
“Contundencia”
“Ahora hay una normativa que genera la posibilidad de que la Policía actúe. Entonces, necesitamos armar este esquema para poder tener contundencia y trabajar en conjunto», declaró Sebastián Mastropaolo, secretario de Gobierno, Control y Seguridad Ciudadana, en diálogo con CyD Litoral.
«No nos vamos a inmiscuir en una acción policial. Lo que vamos a hacer (desde el Gobierno municipal, a través de sus inspectores) es una notificación (a los cuidacoches) de que están incurriendo en una infracción. Les vamos a comentar que están cometiendo un acto ilegal. A partir de ahí, sí: la policía va a tener la potestad de actuar”, añadió el funcionario.
Habrá patrullajes con binomios mixtos (agentes municipales y efectivos policiales) en las camionetas de la GSI.Habrá patrullajes con binomios mixtos (agentes municipales y efectivos policiales) en las camionetas de la GSI. Crédito: Flavio Raina
¿Y qué se hará con los cuidacoches que ya no lo serán, muchos de los cuales realizan esa actividad como forma de subsistencia en la indigencia? ¿Se los dejará a la buena de Dios? El municipio asegura que tiene un “buen número” de estas personas censadas, las cuales se irán incorporando “progresivamente” a cooperativas de trabajo.
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“Muchos tienen la voluntad de adaptarse haciendo un trabajo digno. Ahí (en las cooperativas) van a hacer un esfuerzo físico y ganarán su sustento, que nos parece que es hacia donde tenemos que ir. Y los que no lo acepten y no se adapten, estarán en incumplimiento con la justicia que es lo que dicta la nueva ordenanza (aprobada por el Concejo)”, completó el secretario.
Los interrogantes
Hasta aquí los hechos que se saben, y que despiertan algunas incógnitas. ¿Se sostendrá en el tiempo este operativo de control para el retiro de cuidacoches en infracción con la normativa vigente? De no ocurrir eso, el sentido común indica que un trapito que es sacado de una cuadra un día, si al siguiente no es controlado, volverá a apostarse en el lugar.
Misma pregunta hecha al revés: si los controles se establecen de forma sostenida en el tiempo, disponiendo de la mayoría de los medios de control (camionetas, agentes e inspectores de tránsito) con los que cuenta el municipio en esta “cruzada” contra los cuidacoches, ¿podría descuidarse el patrullaje preventivo en los barrios de la ciudad, donde cunde aún una alta preocupación por los hechos delictivos, como robos y entraderas?
La cuestión social
Últimos interrogantes que tocan la cuestión social, el trasfondo de esta problemática. ¿Cuánto tiempo demandará y en qué condiciones se hará factible la inclusión de los cuidacoches a cooperativas de trabajo o a la formación en oficios, por ejemplo? ¿Y qué pasará con los adultos mayores que realizan esta actividad informal?
A propósito de esto último, un caso. En la cuadra de calle Belgrano entre Castellanos y Bv. Gálvez, desde hace al menos tres años hay un señor de unos 70 años. Es conocido como “El Tucumano”. Hace de cuidacoches todas las mañanas, y luego se retira a otra zona.
Este hombre de edad avanzada reúne su dinero para comer pero, también, para consumir alcohol. “Es tranquilo, que yo sepa nunca hizo quilombo, no es ‘bardero’ (violento) como otros, que están en inmediaciones de los bares, por ejemplo”, le dice a El Litoral el kiosquero que atiende en el local ubicado enfrente de donde se encuentra el señor. “Sólo junta su moneda para comer y ‘escabiar’ (beber)”, relata.
Este caso, como tantos otros que se reproducen en las cuadras de la ciudad, lleva no sólo a pensar en la vejez bajo el peso de la indigencia, sino también los consumos problemáticos y los consecuentes trastornos de salud mental, sobre todo en los adultos mayores.
¿Acaso “El Tucumano” podría hacer ese “esfuerzo físico” en una cooperativa de trabajo para ganarse “el sustento de forma digna”, como dijo Mastropaolo? No. Como se ve, la problemática de los trapitos va mucho más allá de hacer cumplir la prohibición, pues se transversaliza en las condiciones de vida de las personas en condición de indigencia y con adicciones. El abordaje, aquí, debiera ser interdisciplinario.
Fuente: El Litoral