En la despedida de 2024, primer triunfo del Newell’s de Mariano Soso. Con todo en contra. Con un plantel desmembrado por las bajas y frente a un Talleres que buscaba el título. En la adversidad, el conjunto rojinegro se plantó en el Mario Kempes, fue riguroso y de contraataque, con la participación estelar de Panchito González, autor de un gol y de dos asistencias, la Lepra cerró un pésimo año con un triunfo por 3 a 1.
Emparchado, por las ausencias de Banega, Mata Pérez y Armando Méndez, el conjunto rojinegro mantuvo igual los atributos que está adquiriendo de a poco de la mano de Soso: la disciplina táctica. Mantuvo el orden, la ocupación de los espacios y la toma de las marcas. Parado 3-4-3, le cedió el balón a Talleres y lo esperó. El objetivo fue cerrarse hacia atrás y, ante cada quite, salir disparado para aprovechar los espacios y explotar la velocidad de Silvetti.
Newell’s controló al rival y con unas pocas réplicas expuso las dudas del fondo cordobés. Ni bien empezó el partido, el debutante Regiardo la puso en el área local tras el rechazo en un córner, Schott quedó increíblemente libre, remató y hubo una salvada providencial de Herrera.
El planteo de Newell’s rendía
El planteo de la Lepra rendía. Talleres tocaba y no sabía por dónde atacar. Lo que le faltaba al equipo de Soso fue sumar mayor cantidad de jugadores cuando avanzaba, para no depender tanto de unas pocas individualidades. El tema es que tampoco quería soltarse y que lo encuentren mal parado en una contra.
El local se aproximó con un tiro de media distancia de Esquivel que sacó por sobre el travesaño Reinatti, luego de una mala salida del arquero con el pie. Pero no volvería a ser muy exigido en la primera etapa.
El acierto de Newell’s fue que recuperaba y la sostenía. Cuando la empezó a conseguir y perder muy rápido, Talleres se fue arrimando al área rojinegra, aunque sin profundidad. Incluso fue la Lepra la que estuvo otra vez muy cerca del gol, con un nuevo mano a mano de Schott que tapó Herrera.
La Lepra lentificó el juego todo lo que pudo. Nunca se apresuró al momento de poner el balón en movimiento. Quiso sacarle ritmo al equipo de Cacique Medina y lo consiguió.
Un estadio que enmudeció
Para el segundo tiempo, Soso movió el banco. Adentro Juani Méndez y Panchito González por Fernando Cardozo y Matko Miljevic, quienes debieron cumplir roles que no responden a sus aptitudes y no funcionaron.
La postura de Newell’s se mantuvo. Talleres atacaba sin peligro, por necesidad y golpeado porque la victoria de Vélez lo dejaba sin título. La Lepra no se apresuraba. Hasta que Mateo Silvetti paró de pecho y jugó rápido una salida rápida de Reinatti para Panchito González, que reventó la red con un zurdazo. Solo se oyeron los gritos de gol de los jugadores de Newell’s en un estadio enmudecido.
La conquista no le duró nada a Newell’s. No pudo rechazar una pelota en la medialuna, llegó la apertura para Seba Palacios y el ex-Newell’s la cruzó para empatarlo.
El ingreso de Palacios fue un riesgo para Newell’s sobre su banda izquierda. Le costó cubrirlo entre Vangioni y Salcedo. Pero teniendo en cuenta que el resto de la T era flojo, cayó en embudo que armó la visita en su área.
Confiaron en Panchito y volvió a responder
Cuando Newell’s lucía casi resignado a defender, el mismo Panchito que tan hostigado fue por los hinchas, como quizás ningún otro en años, se la puso en la cabeza a Agustín Juárez, y el delantero recién ingresado conectó abajo para señalar un gol inesperado a esa altura.
Talleres estaba conmovido y, en un nuevo centro de Panchito, Juanchón García aprovechó y puso el definitivo 3 a 1. Para que al hincha rojinegro se le dibuje una enorme sonrisa, algo por demás de infrecuente en un año que no le resultó nada grato.
Fuente: La capital