Uno de los ocho acusados por el asesinato de Fernando Báez Sosa, no recibió familiares ni visitas durante el juicio ni en el Penal de Dolores donde se encuentra alojado desde hace más de dos años.
Se trata de Blas Cinalli, y si bien no trascendió el motivo, los que presenciaron jornadas en la sala del TOC 1 sostienen que el acusado nunca giró su cabeza para ver si había algún familiar.
Además, se pudo constatar que en la lista de ingresos del Tribunal no hay cercanos del joven acreditados que vayan a presenciar alguna de las próximas audiencias.
Las visitas de los rugbiers
Desde que comenzó el juicio oral, cada acusado tuvo la presencia, al menos una vez, de algún cercano. Sin embargo, lo que sucede con Cinalli demuestra la posible relación quebrantada con su entorno.
Lo llamativo del proceso judicial es que en reiteradas oportunidades se vio a los papás de Milanesi y Guarino, los jóvenes que quedaron sobreseídos de la causa por falta de mérito.
Quienes estuvieron en casi todas las jornadas fueron el papá de Lucas Pertossi y el hermano o papá de Máximo Thomsen. Dichos familiares se encuentran en Dolores desde antes de las fiestas de fin de año.
La responsabilidad de Blas Cinalli
Mientras transcurría el juicio los investigadores y hasta los abogados defensores de los papás de Fernando señalaron que la figura de Cinalli sería positiva para enmarcarlo en un rol menor en el crimen.
Sin embargo, esto se modificó el martes 10 de enero cuando en la sala del TOC 1 se dieron a conocer los chats entre los acusados. A partir de esas pruebas se confirmó que el joven fue parte de la golpiza a amigos de Fernando y contra la víctima, además de haber mandado aberrantes mensajes sobre el asesinato.
En particular, en el teléfono de Blas Cinalli se visualizó el grupo de WhatsApp “El club del Azote” integrado por 13 personas que viven en Zárate. A las 5:08 el joven escribió: “Nos peleamos, ganamos contra unos chetos, los rompimos. Nos vamos al centro a premiar” junto con una foto de Thomsen y Ciro Pertossi.
Además, 5.15 le envió a otra persona el texto que confirmó el ataque: “Amigo, flasheamos, matamos a uno”. “Nos cagamos a piñas en el boliche. Nos sacaron a todos. Esperamos a que se vaya la Policía y ahí los recagamos a piñas”, continuó.
Minutos más tarde, Cinalli hizo referencia a un dato que había revelado uno de los testigos: “Había un rubio que estaba agarrado a mi tobillo”. A las 6:47 alguien del grupo le preguntó: “¿Qué onda Blas, se dieron masa?” a lo que el joven contestó: ”Dos convulsionaron, a uno lo mandamos al hospital, sin signos vitales”.
Tiempo después Cinalli volvió a mandar un mensaje al grupo señalando: “Le dimos murra a uno con el Perto, lo recargamos a palos, pero mal. Vinimos corriendo a casa”.