“Primer proyectil, segundo proyectil, tercer proyectil…”. Los forenses contaron, en total, doce plomos que dejaron su marca en el cuerpo de Ulises Gamarra, un joven de 23 años recostado sobre una camilla de autopsias en una morgue de Rosario. No fue la primera vez que atentaron contra él: la tercera fue la vencida.
El 23 de febrero último, cerca de la medianoche, Gamarra quedó tendido sobre los asientos delanteros del VW Fox blanco. El auto arrastró, primero, un cesto de basura y quedó estampado contra un árbol. Antes de morir, el último impulso fue apretar el acelerador para escapar de los balazos de los sicarios. Ya era tarde.
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Los vecinos del barrio Las Delicias escucharon las detonaciones y el choque. Algunos salieron de sus casas y vieron todas las luces del vehículo prendidas y la ventanilla del conductor estallada. No se atrevieron a acercarse al herido. Uno de ellos, apenas alumbró el interior con una linterna.
Si lo hubieran hecho, habrían notado la bolsa de nylon con 24 mil dólares frente al cuerpo inerte. La autopsia determinó que el chico de 23 años murió por “shock hipovolémico secundario a hemorragia torácico masiva”.
“Lucho estaba ensañado. Le quería pegar a toda costa, lo había amenazado”, dijo uno de los testigos sobre el hijo de Claudio “Pájaro” Cantero y líder de la nueva generación de Los Monos: Luciano Uriel Cantero.
Se trata de uno de los tres homicidios por el que Luciano “Lucho” Cantero fue imputado con prisión preventiva.
El nombre del jefe narco de 19 años salió a la luz porque los “gatilleros” que envió para matarlo, según la imputación de la fiscal Marisol Fabbro, comenzaron a pelearse por el pago del encargo: debían dividirse los 400 mil pesos que recibieron por el crimen. En principio, a cada uno le tocaría 100 mil, pero los dos que dispararon reclamaron un monto más grande. Todos tienen menos de 23 años.
La razón que movilizó el crimen podría estar atravesada por los celos. La víctima había tenido, en el pasado, una relación con Erica Bullón, la novia de “Lucho”.
A fines de septiembre, Fabbro imputó a 28 personas por una asociación ilícita liderada por “Lucho” Cantero, su novia, Erica Bullón, y su madre, Lorena Verdún. Para la fiscal, los tres impartían órdenes desde sus lugares de detención, donde permanecen encerrados, por otras causas, desde enero.
Un llamado y una brutal emboscada narco: “Lucho me quiere pegar a toda costa”
La razón que movilizó el crimen podría estar atravesado por los celos. La víctima había tenido, en el pasado, una relación con Erica Bullón. “A Lucho se le pone algo en la cabeza y lo tiene que hacer”, mencionó otra de las personas que declararon en la causa.
Gamarra tenía mucho miedo. “Lucho me quiere pegar a toda costa”, le escribió a su novia. Y así fue: los sicarios fallaron dos veces de poder cumplir el mandato.
“Amigo, menos mal que te fuiste, cayeron cuatro, cinco piernas todas armadas a buscarte”. Ese mensaje recibió Gamarra cuando logró escapar, por poco, la primera vez. Había llegado a la casa de un amigo y una tercera persona trajo el mensaje: “Dice Lucho que le entregues tu auto”. Se asustó y se fue.
La segunda, sucedió a la salida de una fiesta clandestina, a la que Gamarra y su novia llegaron y se fueron en autos diferentes. La joven, dueña del Fox, llevó a algunos amigos. Cerca de las 5 de la madrugada llegaron a su casa. Vieron pasar un VW Bora gris oscuro, con vidrios polarizados.
Cuando notaron que el Bora había vuelto, no llegaron a correr. Dos personas armadas se arrojaron del auto en movimiento.
“Se vinieron encima de mi auto, me abrieron la puerta del conductor, donde estaba sentado mi amigo. Él tenía puesta una gorrita, lo agarran del cuello y le sacan la gorra de un golpe en la visera. Ahí es como que le ven la cara sin la gorra y lo agarran de la ropa, lo sacan del auto entre los dos y lo tiran al piso. Yo pienso como que cuando le vieron la cara se dieron cuenta de que no era la persona que fueron a buscar (Ulises). Le gritaban todo el tiempo que no mire, y a nosotros nos decían que corramos, las tres chicas que estaban sentadas en la parte trasera del auto corrieron y se metieron en la casa de una vecina, llamaron a la policía, pero nunca llegó”.
Los sicarios vieron que la chica tenía una cadena de oro. Uno de ellos la arrastró por el piso mientras le ponía “un fierro en la cabeza” hasta que logró arrancársela. Antes de escapar, le disparó a la puerta y a los vidrios del Fox. Fueron cuatro o cinco disparos.
El 23 de febrero por la noche, Gamarra recibió un mensaje. Estaba con su pareja, que relató los últimos movimientos de su novio.
“A las 23:20 hs, Ulises me pregunta si a la comida le faltaba mucho y yo le dije que más o menos unos 10 minutos. En ese momento, me pregunta si le prestaba mi auto, le busqué las llaves y se las di. Me dice que se iba, pero que volvía en un toque, solo eso me dijo, no me dijo para dónde iba, ni qué iba a hacer ni con quien”.
“A los 25 minutos empiezo a mandarle mensajes. Le pregunté por Whatsapp: “¿Te falta mucho?, la comida ya está”, algo así. Esos mensajes ya no le llegaron más porque me marcó una sola tilde de enviados. Como a veces se quedaba sin batería no me llamó la atención, en el medio lo llamé varias veces por Whatsapp y línea, pero el celular ya me daba apagado”.
Más tarde, la chica llamó un vecino que vio su auto estrellado contra un árbol en San Francisco Solano y Soldatti. Llegó a esa esquina en la moto de Ulises. La policía no la dejó pasar, pero pudo ver el Fox con las luces prendidas y los peritos de Científica a su alrededor.
Fuente: TN