El jugador de Argentinos relató con crudeza de los crímenes de Walter, Gabriel y Luis. Además, cuando tenía dos meses, su madre murió electrocutada. La familia que lo rescató y el fútbol que lo salvó.
La de Miguel Torrén es una vida marcada por la tragedia. Cuando tenía apenas dos meses, su madre murió por electrocución. Desde entonces sufrió su ausencia mientras su padre quedó solo con seis hijos, siendo él el menor, e hizo lo que pudo. Era chico cuando jugaba descalzo en una plaza de Venezuela, cuando un hombre advirtió su talento y le ofreció probarse en un club, lo que le salvó la vida. Sus hermanos quedaron en Rosario y tres de ellos murieron entre 2010 y 2021 en circunstancias relacionadas con la violencia.
“Ya no se puede vivir ahí”, dice el defensor de Argentinos, que confiesa todo lo que tuvo que madurar y mejorar en su personalidad, habitualmente irascible, para dejar de perder terreno en el profesionalismo. Su tiempo de selecciones juveniles con Di María, Banega y tantos más. El cambio rotundo que hizo en su alimentación y la familia, ese oasis en medio del desierto.
“El fútbol es mi cable a tierra, estoy pasando un momento difícil, se me vienen todos los recuerdos de mis otros familiares a la cabeza, pero la vida continúa. Tengo a mi esposa y mis hijos que me dan fuerzas para seguir, si estuviera solo creo que tomaría otras decisiones, pero sé que tengo que demostrarles a mis hijos que no hay que bajar los brazos, que hay que sacar fuerzas y seguir para adelante”, dijo Torrén en una profunda y cruda entrevista que brindó al diario Olé.
Capitán y referente de Argentinos Juniors.
“Son golpes durísimos, ya me había tocado con otros hermanos… Es mi familia, por más que ahora esté lejos, las cosas te chocan. Nosotros tuvimos una infancia muy difícil, cuando tenía dos meses a mi mamá le agarró corriente con un ventilador de piso y falleció. Mi viejo nos tuvo que criar a los seis, se rompía el lomo laburando y después cada uno va creciendo, elige cómo vivir, qué quiere hacer de su vida y de su futuro”.
“Gracias a Dios, a mí se me cruzó una familia muy buena que me ayudó a salir de la situación difícil que estaba pasando, el fútbol me ayudó a salir de un barrio complicado, allá en Rosario está cada vez más complicado. Pude progresar, armar mi propia familia, con mi señora y mis tres hijos, y tengo que mostrarles que son obstáculos, que no se los deseo a nadie, pero que pueden llegar a pasar por situaciones similares y hay que aferrarse a la familia y sacar fuerzas de donde sea…”
“Yo soy el más chico y los otros dos que fallecieron quedaron allá. Nunca voy a dejar de estar en contacto con ellos, son mi sangre… Pasan estas cosas y nos duelen, yo trato de darles fuerza, tienen sus hijos, tengo muchos sobrinos. Ahora, por parte de mi hermano, quedaron dos sobrinos que están con sus tíos. Hablamos, trato de aconsejarlos para que hagan las cosas bien y ojalá puedan entender que estar en la calle no es fácil, más como está hoy la situación en Rosario”.
“No se puede vivir, ya no es más como antes, hay mucha gente que hace maldades, no te podés sentar en la vereda a tomar mates con tu familia o una gaseosa con tus amigos porque puede pasar cualquier cosa y lo más triste es que nadie hace nada. Da mucha bronca la impunidad y así, lamentablemente, las cosas van a seguir pasando. Está a la vista que todos los días pasa algo nuevo… Pero me quedo con la hermosa familia que tengo. Aunque es difícil, voy a seguir por ellos…
“Con mi mujer nos conocimos a los 15, y yo ya tengo 33. Con solo mirarnos sabemos lo que queremos, ella es fundamental. Me acompaña muchísimo, es el motor de la familia… Sin ella, no sé si hubiera superado todo esto. Mis hijos también son clave. Son los que están siempre y me dan un plus para que le siga metiendo para adelante…”