En el último partido de Frank Kudelka, el Halcón logró una ventaja de 4 a 0 con dos zapatazos de Marcelo Benítez, un penal ejecutado por Bou, y otro de Pizzini. Una derrota que preocupa
Frank Kudelka arrancó bien su ciclo en Newell’s. Pero lo terminó mal. La historia escribe que el entrenador llegó para resolver una difícil situación. Y lo hizo. En ese derrotero hasta dejó una clasificación a la Copa Sudamericana. Pero después se le cayó el sistema. Y el equipo se tildó. Sólo él sabrá si en algún momento se traicionó y aceptó situaciones que no debía. No obstante el presente es contundente. Su salida es la conclusión de un ciclo que cerró en goleada. En el que huelgan las palabras. Porque Defensa y Justicia no hizo más que desnudar una vez más a una formación rojinegra impotente, improductiva, carente de ideas ni rebeldía. Con una aparente mayor jerarquía que el rival. Pero con menos velocidad, actitud y amor propio. Para entender que en el fútbol actual ya no se gana con nombres. Sino con juego y dinámica. Porque la pertenencia se sostiene en la cancha primero.
Newell’s perdió 4 a 0 con Defensa y Justicia. Inapelable. El partido impone un análisis por obligación periodística. Pero el resultado se explica de la revisión de los últimos partidos. Porque si el equipo de Kudelka jugó mal en los cuatro partidos anteriores. En esta ocasión fue peor.
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Es que algunos jugadores deberán comprender que no se trata de ir hacia adelante como si el resto tuviese la responsabilidad de hacer el resto. Porque hay un equilibrio indispensable que requiere replegarse cuando se busca recuperar la pelota y el territorio, y después desplegarse para atacar. Pero esa tarea es colectiva. En la que no hay privilegiados y condenados. Más todavía cuando no logra el funcionamiento, en el que el compromiso y la solidaridad tienen que ser los emblemas de un plantel.
Foto: Héctor Río
Y si algo le faltaba al mal momento de Newell’s era encontrarse con un jugador rival en un momento intratable. Porque Marcelo Benítez puso en ventaja a Defensa y Justicia en el despertar del partido con un tiro libre preciso que depositó la pelota en uno de los ángulos del arco de Alan Aguerre. A los 7 minutos. En la primera situación favorable para el local. Y luego de un arranque en el que parecía que los rojinegros se animaban a protagonizar. Pero no. El gol derrumbó cualquier resto anímico. Lo vació de contenido. Y otra vez el equipo de Kudelka quedó largo, inconexo e impotente. Con retrocesos desordenados. Dejando espacios a la espalda de volantes que volvían como podían y no como debían.
Pero 20 minutos después, otra vez Marcelo Benítez encontró una hectárea para acomodarse en la puerta del área grande y metió otro zapatazo que superó a Aguerre para clavarse en el otro ángulo del arco rojinegro. Otro golazo. 2 a 0. De nuevo Newell’s quedaba en desventaja por diferencia de dos.
Kudelka en el complemento manda al campo a Pablo Pérez para intentar una reacción, pero tampoco lo logró. Un error de Lema deriva en una jugada que protagonizan Aguerre y Bou, el delantero choca con el arquero y el árbitro cobró penal. El ex Boca ejecutó y 3 a 0.
El técnico rojinegro se sentó. Hizo modificaciones para las estadísticas. Y desde allí observó el cuarto, que llegó mediante Pizzini, quien otra vez exhibió la vulnerabilidad defensiva de Newell’s.
El resultado demuestra con su contundencia la desolación futbolística de Newell’s. De ahora en más ya no estará Kudelka. Vendrá otro entrenador. Pero los dirigentes, el director deportivo y los jugadores serán los mismos. Y serán ellos los que tendrán que comenzar a dar las respuestas que los rojinegros necesitan y merecen